De sapos a príncipes
programación neurolinguística
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ustedes han desarrollado una estrategia mediante la cual saben qué es una realidad
compartida y qué no lo es. Y si van a tener alucinaciones, posiblemente la tengan
acerca de ideas y no de cosas.
Si uno de ustedes en el auditorio dijera: «Bueno, espera un minuto, ahí realmente
hay un perro, todo el mundo lo puede ver»… Entonces probablemente lo
internaríamos.
Ahora, hace un momento cuando Sally utilizó la palabra «pensativo», ella estaba
alucinando con exactamente el mismo proceso formal que un esquizofrénico. Por
ejemplo, hubo un paciente mental que nos miró y nos dijo: «¿Vio como me acabo de
tomar esa taza de sangre?». Estaba haciendo exactamente lo mismo. Estaba tomando
información del exterior y combinándola de una manera interesante con la respuesta
que estaba generando internamente y asumiendo, luego, que todo provenía desde
afuera.
Hay únicamente dos distinciones entre cualquiera persona en esta sala y un
esquizofrénico institucionalizado: 1) si ustedes tienen una buena estrategia de
realidad y pueden hacer esa distinción y 2) si el contenido de su alucinación es
socialmente aceptable o no. Porque todos alucinamos. Todos alucinamos que alguien
está en un buen estado de ánimo o en un mal estado de ánimo, por ejemplo. Suele ser
una representación bastante precisa de lo que estamos recibiendo desde afuera, pero a
veces es una respuesta a su propio estado interno.
Y si no pasa nada, a veces puede inducir un estado: «¿Te pasa algo?». «¿Qué te
está molestando, algo te está molestando?». «No quiero que te preocupes de nada de
lo que ocurrió mientras estuvimos fuera».
El beber sangre en esta cultura no es algo aceptable. Yo he vivido en culturas
donde eso es perfectamente adecuado y corriente. Los Massai, en el este de África, se
sientan y toman copas de sangre todo el tiempo. Ningún problema. Sería muy raro en
su cultura si alguien dijera algo como: «Puedo ver que te estás sintiendo muy mal
acerca de lo que acabas de decir». Empezarían a hacerse preguntas acerca de ti. Pero
en esta cultura eso está invertido.
Cuando entrenábamos residentes en hospitales siquiátricos llegábamos temprano
y pasábamos bastante tiempo en los pabellones, porque los pacientes ahí tenían
problemas que jamás habíamos tenido la oportunidad de encontrar antes. Les dimos
la tarea de determinar para ellos mismos cuáles partes de su experiencia podían ser
válidas para otras personas y cuáles no. Por ejemplo, con el paciente de la copa de
sangre, inmediatamente pudimos acercarnos a su realidad. «Sí, haz el favor de
entibiarme ésta». Nos unimos tanto a su realidad que llegó a confiar en nosotros.
Luego le dimos la tarea de descubrir cuál parte de su realidad podía ser válida para
otras personas en el pabellón. Jamás dijimos que esto realmente estaba ahí y esto no,
sino que sencillamente le pedimos que determinara cuál parte de su realidad podía
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