De sapos a príncipes

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06.02.2023 Views

estaban haciendo con sus pacientes era lo que yo no quería hacer. Lo único que novalía la pena aprender era lo que yo estaba haciendo y no funcionaba.El primer cliente que yo vi fue en el consultorio de otro sicólogo. Observé duranteuna hora cómo trabajaba esta terapeuta con su cliente varón. Ella era muy cálida, muyempática con esta persona, a medida que hablaba de su terrible vida en la casa. En unmomento dijo: «Usted sabe, mi mujer y yo no hemos podido estar juntos y yo sentíaque la deseaba mucho. Y tanto fue así que salí de la casa y me busqué una amante». Alo cual la terapeuta dijo: «Yo entiendo eso». Siguieron así durante más de una hora.Al final de la hora se volvió a mí y me preguntó: «Bueno, ¿hay alguna cosa que tegustaría agregar?». Me levanté, miré al tipo y le dije: «Quiero decirte que eres elfraude más grande que he conocido en mi vida. Salir de la casa y empezar arevolverla detrás de las espaldas de tu mujer y venir acá y, más encima, ponerte allorar en el hombro de esta mujer. Eso no te va a conducir a nada, ya que no vas acambiar y vas a seguir siendo tan miserable el resto de tu vida a menos que te agarresa ti mismo, te des una buena patada en la cola y vas y le dices a tu mujer cómo es quequieres que ella actúe contigo. Díselo en palabras suficientemente explícitas de modoque ella sepa exactamente qué es lo que tiene que hacer. Si no haces eso vas a ser tanmiserable como eres ahora, para siempre y nadie va a ser capaz de ayudarte». Eso fueexactamente lo opuesto a lo que había hecho la terapeuta. Se veía deshecho,sencillamente deshecho. Se fue del consultorio a su casa y trabajó todas estas cosasdetalladamente con su esposa. Hizo todas las cosas que yo le dije que hiciera y luegome llamó por teléfono y me dijo que había sido la experiencia más importante de suvida.A todo esto, en el intertanto, la terapeuta me había convencido de que yo habíaactuado pésimamente mal. Me explicó todos estos conceptos acerca de terapia ycómo era que esto no le serviría de nada al paciente. Me convenció de que yo habíahecho algo equivocado.Hombre: ¿Pero no te detuvo, no te impidió hacerlo?No podía, estaba paralizada. Pero tenía razón, no hubiera funcionado con ella, sinembargo para él era perfecto. En todo caso era justo lo opuesto a lo que ella habíaestado haciendo todo el tiempo. Y no es que lo que yo hiciera fuera más poderoso delo que ella hizo, sino que era simplemente más adecuado para él, ya que todas lasdemás cosas no habían funcionado. Ella no tenía esa flexibilidad en su conducta.Hacía únicamente lo que podía hacer. No podía hacer terapia guestáltica porque no lepodía gritar a nadie. Para ella no era una opción. Era tan bondadosa. Estoy seguroque ha habido personas que jamás han tenido a alguien que sea bondadoso con ellos yla sola experiencia de estar en contacto con ella puede haberlos influenciado, sinembargo, eso no los ayuda a hacer los cambios específicos por lo cual vinieron aterapia.www.lectulandia.com - Página 160

Mujer: Lo que nosotros hicimos fue preguntarle a la mente consciente de lapareja: «¿Estás de acuerdo en no sabotear? Trata de no—».Ahí sí que hay una presuposición, de que la mente consciente de hecho puedesabotear. Puede ignorar la mente consciente. Al inconsciente no podrán sabotearlo.No pudo sabotear la opción original que no quería y tampoco va a ser capaz desabotear las opciones nuevas.Lo que están haciendo con el reencuadre es darle variedad requerida alinconsciente. El inconsciente primitivamente tenía únicamente una opción de cómoobtener lo que desea. Ahora tiene por lo menos cuatro opciones. Tres formas nuevasy una vieja. La mente consciente aún no tiene nuevas alternativas. Así que dada la leyde variedad requerida ¿cuál va a ser la que está en control? La misma que estuvo encontrol antes de que llegaran acá. Y no es su mente consciente.Para algunas personas es importantísimo tener la ilusión que son sus mentesconscientes quienes gobiernen su conducta. Es una forma particularmente virulentade locura que ocurre entre profesores universitarios, siquiatras y abogados. Estánconvencidos de que la conciencia es el modo como dirigen sus vidas. Si creen eso,hagan el experimento que puedan ensayar. La próxima vez que le vayan a dar lamano a alguien quiero que, voluntariamente no levanten la mano como para dársela yvean si acaso su mano se levanta o no. Mi suposición es que su mente consciente nisiquiera va a descubrir cuál es el momento para interrumpir la conducta cuando ya sumano va a estar a mitad de camino y eso es solamente un comentario sobre quiéntiene el control.Hombre: ¿Y qué hay del uso de este método en grupos?Espero que se hayan dado cuenta cómo lo usamos aquí. Mientras están haciendoel reencuadre, más o menos entre el setenta y el ochenta por ciento del tiempo estánsolos esperando a que la otra persona obtenga una respuesta. Mientras están haciendoeso pueden comenzar con otra persona. En alguna oportunidad he hecho de diez aquince personas a la vez. La única limitante acerca de cuántas personas puedentrabajar a la vez, es a cuánta experiencia sensorial pueden responder. Ustedes fijansus limitaciones por el refinamiento de su sistema sensorial.Sé de alguien que lo hace en grupo y los hace dar cada paso a todos juntos.«¿Todo el mundo está identificando algo?». «Todo el mundo métase para adentro».«¿Y qué obtienen?». «Obtuve una sensación». «Intensifícalo para sí». «¿Quéobtienes?». «Escucho sonidos». «Haz que se intensifique». «¿Qué obtienes?».«Obtuve una imagen». «Que se haga más brillante». Y hace que todos los demásesperen. Ese es otro enfoque. Es más fácil si tienen un grupo homogéneo de personas.Hombre: Tengo curiosidad. ¿Alguna vez esto lo hicieron con un paciente decáncer, hacerlo que se meta y le hable a la parte que le está causando el cáncer?Sí. Estuve con los Simontons en Fort Worth como consultor. Me encomendaronwww.lectulandia.com - Página 161

estaban haciendo con sus pacientes era lo que yo no quería hacer. Lo único que no

valía la pena aprender era lo que yo estaba haciendo y no funcionaba.

El primer cliente que yo vi fue en el consultorio de otro sicólogo. Observé durante

una hora cómo trabajaba esta terapeuta con su cliente varón. Ella era muy cálida, muy

empática con esta persona, a medida que hablaba de su terrible vida en la casa. En un

momento dijo: «Usted sabe, mi mujer y yo no hemos podido estar juntos y yo sentía

que la deseaba mucho. Y tanto fue así que salí de la casa y me busqué una amante». A

lo cual la terapeuta dijo: «Yo entiendo eso». Siguieron así durante más de una hora.

Al final de la hora se volvió a mí y me preguntó: «Bueno, ¿hay alguna cosa que te

gustaría agregar?». Me levanté, miré al tipo y le dije: «Quiero decirte que eres el

fraude más grande que he conocido en mi vida. Salir de la casa y empezar a

revolverla detrás de las espaldas de tu mujer y venir acá y, más encima, ponerte a

llorar en el hombro de esta mujer. Eso no te va a conducir a nada, ya que no vas a

cambiar y vas a seguir siendo tan miserable el resto de tu vida a menos que te agarres

a ti mismo, te des una buena patada en la cola y vas y le dices a tu mujer cómo es que

quieres que ella actúe contigo. Díselo en palabras suficientemente explícitas de modo

que ella sepa exactamente qué es lo que tiene que hacer. Si no haces eso vas a ser tan

miserable como eres ahora, para siempre y nadie va a ser capaz de ayudarte». Eso fue

exactamente lo opuesto a lo que había hecho la terapeuta. Se veía deshecho,

sencillamente deshecho. Se fue del consultorio a su casa y trabajó todas estas cosas

detalladamente con su esposa. Hizo todas las cosas que yo le dije que hiciera y luego

me llamó por teléfono y me dijo que había sido la experiencia más importante de su

vida.

A todo esto, en el intertanto, la terapeuta me había convencido de que yo había

actuado pésimamente mal. Me explicó todos estos conceptos acerca de terapia y

cómo era que esto no le serviría de nada al paciente. Me convenció de que yo había

hecho algo equivocado.

Hombre: ¿Pero no te detuvo, no te impidió hacerlo?

No podía, estaba paralizada. Pero tenía razón, no hubiera funcionado con ella, sin

embargo para él era perfecto. En todo caso era justo lo opuesto a lo que ella había

estado haciendo todo el tiempo. Y no es que lo que yo hiciera fuera más poderoso de

lo que ella hizo, sino que era simplemente más adecuado para él, ya que todas las

demás cosas no habían funcionado. Ella no tenía esa flexibilidad en su conducta.

Hacía únicamente lo que podía hacer. No podía hacer terapia guestáltica porque no le

podía gritar a nadie. Para ella no era una opción. Era tan bondadosa. Estoy seguro

que ha habido personas que jamás han tenido a alguien que sea bondadoso con ellos y

la sola experiencia de estar en contacto con ella puede haberlos influenciado, sin

embargo, eso no los ayuda a hacer los cambios específicos por lo cual vinieron a

terapia.

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