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La pregunta y la respuesta - Patrick Ness

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un zumbido extraño de metal chocando contra metal. Luego se

volvió todavía más fuerte, como mil hombres gritando a la vez, y

supongo que el ruido debe de ser así, tan fuerte y confuso que es

imposible distinguir el de una persona en concreto.

Demasiado fuerte para distinguir a un solo chico.

—Tal vez la situación no sea tan mala como todas pensamos. —La

voz de Maddy es lenta, sopesa cada palabra como si la estuviera

comprobando—. Me refiero a que la ciudad parece tranquila. El

ruido es atronador, pero los hombres que nos traen la comida dicen

que las tiendas están a punto de reabrir. Seguro que tu Todd está

trabajando por ahí, sano y salvo y ansioso por verte.

No sé si lo dice porque lo piensa o porque intenta hacer que lo

piense yo. Me limpio la nariz con la manga.

—Tal vez.

Se me queda mirando largo rato, y es evidente que está pensando

algo, pero no lo dice. Entonces se vuelve hacia la ventana.

—Escucha cómo rugen —dice.

Aquí hay tres sanadoras más, aparte de la enfermera Coyle. Son la

enfermera Waggoner, una mujer bajita y rechoncha, con arrugas y

bigote; la enfermera Nadari, especialista en cáncer y a quien apenas

he visto una vez mientras desaparecía por una puerta, y la

enfermera Lawson, que trata a niños en otro sanatorio, pero se

quedó aquí atrapada mientras pasaba consulta con la enfermera

Coyle en el momento justo de la rendición, y desde entonces sufre

por los niños enfermos a los que ha dejado desatendidos.

También hay otras aprendices, una docena, aparte de Maddy y

Corinne, las cuales, por trabajar con la enfermera Coyle, parecen ser

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