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La pregunta y la respuesta - Patrick Ness

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—Por favor —digo, y de pronto mis ojos empiezan a

humedecerse. Eso me disgusta, pero sigo hablando—. Estaba con un

chico.

Ella suspira y aleja la mirada por un segundo, luego aprieta los

labios y se sienta en una silla junto a la cama. Tiene una expresión

severa, lleva el pelo recogido en unas trenzas tan tensadas que

podrías escalarlas, y su cuerpo es sólido y grande. No es alguien

con quien quisieras discutir.

—Lo siento —dice, casi con ternura. Casi—. No sé nada de ningún

chico. —Frunce el ceño—. Me temo que no sé nada de nada,

excepto que te trajeron al sanatorio ayer por la mañana, tan cerca

de la muerte que yo no estaba segura de poder salvarte. Claro que

entonces nos comunicaron de manera tajante que nuestra

supervivencia dependía de la tuya.

Espera a ver cómo encajo esto.

No tengo ni idea de cómo encajarlo.

¿Dónde está él? ¿Qué le han hecho?

Me giro para intentar pensar, pero los vendajes que me sujetan el

tronco son tan fuertes que apenas puedo sentarme.

La enfermera Coyle se pasa un par de dedos por la frente.

—Y ahora que te hemos salvado —dice—, no sé si vas a darnos

las gracias por el mundo al cual te hemos hecho volver.

Me cuenta que el alcalde Prentiss llegó a Puerto entre rumores de

un ejército, un gran ejército, lo bastante grande como para aplastar

la ciudad sin ningún esfuerzo, lo bastante grande como para hacer

arder el mundo entero. Me cuenta la rendición de un tal alcalde

Ledger, cómo este acalló a los pocos que querían combatir, cómo la

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