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La pregunta y la respuesta - Patrick Ness

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Oh, Viola, ¿qué he hecho?

—En estas circunstancias, mi querido chico, ¿de veras crees que el

ejército va a aceptarte como líder? —Se echa a reír como si fuera la idea más

disparatada del mundo—. ¿Crees que confiarán en ti cuando los lleves a la

batalla?

Vuelvo a dar una vuelta completa con los prismáticos en los ojos. Nueva

Prentiss está inmersa en el caos. Al este, los edificios arden. La gente corre

por las calles, huye de la Respuesta, huye del ejército del alcalde y ahora

huye también de los zulaques. Corren en todas direcciones, sin ningún

lugar a donde ir.

Vuelve a retumbar el cuerno y hace temblar los cristales de las ventanas.

Lo veo por los prismáticos.

Es un cuerno largo, más largo que cuatro zulaques juntos, transportado a

lomos de dos de las criaturas cornudas, y quien la sopla es el zulaque más

grande que he visto nunca.

Han llegado a la falda de la montaña.

—Creo que ya es hora de que me desates, Todd —dice el alcalde, y su

voz es como un zumbido grave transportado por el aire.

Me vuelvo hacia él, apuntándolo una vez más con el rifle.

—No me controlará nunca más.

—No intento hacerlo. Pero creo que ambos sabemos que es una buena

idea, ¿no es así?

Vacilo, respiro pesadamente.

—He vencido antes a los zulaques, ¿sabes? —continúa—. La ciudad lo

sabe. El ejército lo sabe. No creo que estén tan ansiosos por eliminarme y

seguirte ahora que saben a lo que nos enfrentamos.

Continúo sin decir nada.

—Y a pesar de que me hayas traicionado, Todd —añade, mirándome

fijamente—, todavía te quiero a mi lado. Todavía quiero que luches junto a

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