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La pregunta y la respuesta - Patrick Ness

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Me lanzo hacia delante y se lo arrebato. Él no opone resistencia,

simplemente lo suelta en mis dedos y yo lo alzo, lo amartillo y apunto al

alcalde.

Está sonriendo y todavía mantiene el arma contra la espalda de Viola.

—Entonces, esto es un duelo, ¿no? —pregunta, con una sonrisa de oreja

a oreja.

—Suéltela —le ordeno.

—Por favor, quítale el arma a Todd, David —dice el alcalde, pero no

puede dejar de mirarme, de vigilarme, porque el rifle lo tengo yo.

—No lo hagas, Davy.

—¡Basta! —dice él, con la voz espesa y el ruido en aumento. Noto que se

coloca las manos en los laterales de la cabeza—. ¿Podéis parar los dos de

una maldita vez?

El alcalde sigue mirándome y yo sigo mirándole a él.

El estruendo del aterrizaje de la nave inunda la ciudad, silenciando el

ruido del ejército que regresa colina abajo, silenciando el ruido de las

explosiones lejanas de la Respuesta, que avanza por la carretera,

silenciando el RUGIDO oculto de Nueva Prentiss, la ciudad que ignora que

todo su futuro depende de este momento, de este mismo segundo, del

duelo entre el alcalde y yo con nuestros rifles.

—Suéltela —repito.

—Me temo que no lo voy a hacer, Todd.

Oigo un murmullo de ruido procedente de él.

—Tengo el dedo en el gatillo —digo—. Si intenta golpearme con su

ruido, es hombre muerto.

Sonríe.

—Me parece justo —dice—. Pero lo que deberías preguntarte, mi querido

amigo Todd, cuando por fin decidas apretar el gatillo, es si lo harás lo

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