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La pregunta y la respuesta - Patrick Ness

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pantano, en el accidente en el que murieron sus padres, tras el cual ella se

quedó sola hace tantos meses y vidas atrás. Sigue pareciendo tan grande

como una casa y sus alas regordetas parecen demasiado cortas para

mantenerla en el aire. Veo las llamas que surgen por la cola mientras vuela

vuela vuela río abajo, usando el río como una carretera centenares de

metros por debajo.

Se está acercando.

—David, trae mi caballo —dice el alcalde, sin apartar la vista de la nave.

Pero su hijo sigue mirando al cielo, y su ruido se abre maravillado y

asombrado.

Sé perfectamente cómo se siente.

En el Nuevo Mundo no hay nada que vuele, excepto los pájaros.

Tenemos máquinas que circulan por carreteras, motos a fisión, algunos

coches a fisión, pero principalmente tenemos caballos, bueyes, carros y

nuestros pies.

No tenemos alas.

La nave baja por el río, se acerca a la catedral y vuela casi por encima de

nosotros, sin detenerse, tan cerca que se distinguen las luces de la parte

inferior y del cielo por encima del tubo de escape que centellea con el calor.

Vuela y pasa de largo, río abajo.

Hacia el este, hacia la Respuesta.

—¡David! —grita el alcalde de repente.

—Ayúdame a levantarme —susurra Viola—. Tengo que alcanzarlos.

Tengo que ir.

Tiene los ojos asilvestrados y el aliento pesado. Me mira con tanta fuerza

que siento una cosa sólida.

—Por supuesto que te ayudará a levantarte —dice el alcalde,

apuntándonos con el arma—. Porque vas a venir conmigo.

—¿Qué? —dice ella.

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