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La pregunta y la respuesta - Patrick Ness

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—Eso es —dice el alcalde, y me coloca brevemente una mano sobre el

hombro. Casi con afecto. Al ver que no me muevo, la retira—. Sabrán lo que

les espera si no responden. Y, de este modo, descubriremos lo que

necesitamos saber de quienquiera que lo sepa. La bomba de anoche

significa la reanudación de las agresiones, el inicio de algo más grande.

Necesitamos saber cuál va a ser el próximo movimiento.

Davy sigue mirando a la mujer.

—¿Y qué será de ella?

—Será castigada por el crimen que ha confesado, por supuesto —le

asegura el alcalde, que sigue hablando, pese a que su hijo le interrumpe con

obviedades—. ¿Y quién sabe? Tal vez sí que sepa algo. —Vuelve a mirar

hacia el espejo—. Solo hay un modo de descubrirlo.

—Quiero darte las gracias por tu ayuda —dice el señor Hammar,

levantando con la mano la barbilla de la mujer—. Has sido muy valiente y

puedes estar orgullosa de cómo has resistido. —Sonríe, pero ella le rehúye

la mirada—. Has demostrado más presencia de ánimo que muchos hombres

que he visto en interrogatorios.

Se aleja de ella, se dirige a una pequeña mesa auxiliar y levanta un trapo

que la cubre. Debajo hay varios instrumentos brillantes de metal. Coge uno

de ellos.

—Y ahora, la segunda parte de nuestra entrevista —dice, acercándose a

ella, que empieza a gritar.

—Eso ha sido… —empieza a decir Davy, que camina de un lado a otro

mientras esperamos fuera, pero no es capaz de decir nada más—. Ha sido…

—Se gira hacia mí—. La hostia, Todd.

Yo no digo nada, pero saco la manzana que me estaba guardando en el

bolsillo.

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