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La pregunta y la respuesta - Patrick Ness

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Pego un salto cuando el señor Collins cierra la puerta de golpe, y pasa el

candado con un sonido metálico que no admite grandes esperanzas de

huida.

Me levanto y me arrimo a la pared hasta que consigo volver a respirar.

Cierro los ojos.

«Soy Todd Hewitt», pienso. «Hijo de Cillian Boyd y Ben Moore. Mi

cumpleaños es dentro de catorce días, pero soy un hombre.»

«Soy Todd Hewitt y soy un hombre.»

(un hombre que ha dicho al alcalde cómo se llama ella)

—Lo siento —susurro—. Lo siento mucho.

Al cabo de un rato, abro los ojos y miro a mi alrededor. En las paredes de

este piso de la torre, hay unas pequeñas aberturas rectangulares a la altura

de los ojos, tres en cada pared, y una luz tenue brilla por ellas a través del

polvo.

Me acerco a la abertura más cercana. Es obvio que estoy en el

campanario de la catedral, en lo alto, y la ventana da a la parte frontal de la

plaza por la cual entré por primera vez a la ciudad esta misma mañana,

aunque parezca que haya pasado ya una vida entera. Está anocheciendo, de

modo que he debido de pasar un rato inconsciente antes de que el alcalde

me despertara, un rato durante el cual puede haberle hecho cualquier cosa,

un rato durante el cual…

(cállate, cállate ya)

Miro a la plaza. Sigue vacía, sigue la quietud de la ciudad silenciosa, una

ciudad sin ruido, una ciudad que espera la llegada de un ejército que viene a

conquistarla.

Una ciudad que ni siquiera opuso resistencia.

Llegó el alcalde y se la entregaron de inmediato. «A veces, el rumor de un

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