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La pregunta y la respuesta - Patrick Ness

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(¿acaso me mintió?)

(¿me mintió a propósito?)

—Por Dios, meón —vuelve a escupir Davy—. Los demás tampoco

tenemos novia. Están todas en la maldita cárcel o poniendo bombas cada

semana o paseando en grupos tan numerosos que ni siquiera puedes hablar

con ellas.

—No es mi novia —digo.

—Eso da igual. Me refiero a que estás tan solo como el resto de

nosotros, así que será mejor que lo superes.

Su ruido despide un sentimiento repentino y desagradable que él mismo

elimina de inmediato al ver que me lo quedo mirando.

—¿Qué miras?

—Nada —digo.

—Así me gusta.

Se levanta, coge el rifle y se dirige a grandes zancadas hacia el campo.

No sé cómo, pero 1017 termina trabajando en mi zona. Yo me ocupo

principalmente de la parte posterior de los campos, donde están terminando

de cavar las zanjas. Davy trabaja en la parte frontal, ordena a los zulaques

que encajen los muros de guía prefabricados que utilizaremos cuando

hayamos vertido el cemento. A 1017 le corresponde esa tarea, pero cada vez

que levanto la vista, ahí está, más y más cerca, por mucho que le obligue a

retroceder una y otra vez.

No para de trabajar, cava la tierra con las manos y amontona los pilones

en hileras iguales, pero no deja de mirarme, no deja de llamar mi atención.

Y dirige sus chasquidos hacia mí.

Me acerco, con la mano en la culata del rifle, mientras unas nubes grises

empiezan a acumularse en el cielo.

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