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La pregunta y la respuesta - Patrick Ness

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traseros, corriendo tras las vallas, manteniéndome tan alejada de

las casas y de los bloques como puedo.

El valle vuelve a estrecharse. Las colinas se aproximan a la

carretera y las casas empiezan a escasear. En una ocasión, oigo

soldados marchando y me fundo entre los arbustos mientras pasan

de largo, aguanto la respiración, pegada al suelo. Espero hasta que

lo único que oigo es el trino de los pájaros (¿dónde está mi

seguridad?) y el RUGIDO ya lejano de la ciudad. Tomo aliento un par

de veces más, y luego levanto la cabeza y estudio la carretera.

El río se dobla a lo lejos y la carretera se pierde de vista detrás de

más bosques y colinas escalonadas. Al otro lado de la carretera,

lejos de la ciudad, hay sobre todo granjas y masías, que trepan por

laderas empinadas, dando la espalda a otras zonas boscosas, y justo

delante, veo un pequeño camino que conduce a una casa con una

pequeña hilera de árboles en el jardín anterior. Los campos de

cultivo se esparcen a la derecha, pero más allá de la granja

empieza un bosque más espeso. Si consigo subir por el camino, ese

será el lugar más seguro. Si es necesario, me esconderé hasta que

anochezca y avanzaré en la oscuridad.

Observo la carretera en ambas direcciones varias veces más.

Estoy alerta por si oigo soldados, algún ruido perdido, el traqueteo

de un carro.

Respiro hondo.

Y cruzo como una bala la carretera.

Con la mirada fija en la granja, la bolsa rebotando contra mi

espalda, los brazos apartando el aire, los pulmones jadeantes, corro

cada vez más y más deprisa…

Subo por el camino…

Casi hasta los árboles…

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