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La pregunta y la respuesta - Patrick Ness

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El zumbido aumenta. La bomba sigue cayendo, va cogiendo velocidad.

—¿Alcalde Prentiss?

—Presidente —me corrige, pero sigue mirando por los prismáticos, como

si estuviera hipnotizado—. El sonido y el humo… Demasiado evidente para

usarla de manera encubierta.

—¡Alcalde Prentiss!

Con los nervios, mi ruido va en aumento.

—En la ciudad solo han puesto bombas de tierra. Entonces, ¿por qué…?

—¡¡¡Corred!!! —chillo.

Morpeth echa a correr y el alcalde me mira.

Pero no estoy hablando con él.

—¡¡¡Corred!!! —grito, y agito las manos y la pala hacia los zulaques que

están más cerca de mí, los zulaques de mi campo.

El campo hacia donde se dirige la bomba.

Zuuuum…

No lo entienden. La mayoría se limita a contemplar la bomba que baja

hacia ellos.

—¡¡¡Corred!!! —sigo gritando, y mando explosiones con mi ruido, les

muestro lo que sucederá cuando la bomba toque el suelo, imagino sangre y

tripas y el BUM que nos espera—. ¡Corred, maldita sea!

Por fin me entienden y algunos empiezan a diseminarse, tal vez para

alejarse de mis gritos y de la pala, pero echan a correr y yo los persigo

campo arriba. Miro atrás. El alcalde se ha trasladado a la entrada del

monasterio, listo para alejarse todavía más en caso necesario.

Pero me está mirando a mí.

—¡¡¡Corred!!! —sigo gritando, haciendo que los zulaques se alejen aún

más, que huyan del centro del campo. Los pocos que quedan saltan la

pared interior más cercana y yo salto con ellos, tomo aliento y me giro para

ver aterrizar la bomba…

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