20.01.2023 Views

La pregunta y la respuesta - Patrick Ness

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Hace arrodillar a Trampa y vuelve a encaramarse a la silla.

—¡Vamos! —ladra—. Tal vez necesiten ayuda.

Coloco las manos sobre Angharrad, que sigue asustada, sigue diciendo

chico potro chico potro sin cesar. Repito varias veces su nombre y por fin

vuelvo a montar.

—Que no se te ocurra hacer nada raro —me advierte Davy. Saca la

pistola y me apunta—. No debes apartarte de mi vista.

Esta es la situación desde que empezaron las bombas.

Davy me apunta con la pistola cada maldito minuto de cada maldito día

para que no pueda ir a buscarla.

—Ciertamente, las mujeres no están haciendo ningún bien a su propia

causa —dice el alcalde Ledger con la boca llena de pollo.

Yo no respondo, me limito a comer la cena y a soslayar las marcas

interrogativas que vienen de su ruido. La cantina fue bombardeada a una

hora en que estaba cerrada, como ha pasado con el resto de las bombas de

la Respuesta, pero el hecho de que en teoría fuera a estar vacía no significa

que lo estuviera. Al llegar Davy y yo encontramos muertos a dos soldados

y a otro tipo muerto que debía de ser el hombre de la limpieza o algo

parecido. Otros tres soldados han fallecido a causa de las otras bombas.

El alcalde Prentiss está fuera de sí.

Apenas lo he vuelto a ver desde el día en que me rompí el brazo, desde el

día en que, en cierto modo, volví a ver a Viola. Ledger dice que está

arrestando a muchas personas y metiéndolas en cárceles al oeste de la

ciudad, pero que no está sacando lo que querría de ellas. El señor Morgan,

el señor O’Hare y el señor Tate han conducido a parte del ejército a las

montañas del oeste en busca de los campamentos de quienes ponen las

bombas, que son todas aquellas mujeres que desaparecieron la noche de la

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!