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La pregunta y la respuesta - Patrick Ness

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—Un momento… —digo.

—¡Viola! —exclama Todd, tratando de soltarse del alcalde, pero el

gesto le sacude el brazo roto y cae de rodillas de puro dolor, un

dolor tan intenso, tan fuerte y tan nítido que los soldados del

ejército se detienen al oírlo en su ruido. Me abalanzo sobre él para

ayudarlo, pero Prentiss levanta la mano y me detiene.

—Vete —me ordena, y su tono no admite discusión—. Yo me

ocuparé de Todd. Tú ve al funeral y llora a tu amiga. Verás a Todd

mañana por la noche, se encontrará mucho mejor.

¿Viola?, repite el ruido de Todd, y ahoga un gemido de dolor tan

intenso que no creo que sea capaz de hablar.

—Nos veremos mañana, Todd —digo en voz alta, intentando

penetrar en su ruido—. Te veré mañana.

Viola!, vuelve a gritar, pero el alcalde ya se lo lleva.

—¡Lo ha prometido! —grito—. ¡Recuerde que lo ha prometido!

Prentiss me sonríe.

—Recuerda que tú también has prometido algo.

«¿Lo he hecho?», pienso.

Y entonces los veo desaparecer, tan rápido que parece que no

haya sucedido.

Pero Todd…

Todd está vivo.

Me doblo hasta tocar al suelo durante un minuto, para

cerciorarme de que es verdad.

—Y con un hondo pesar en nuestro corazón, te entregamos a la

tierra.

—Aquí tienes. —Cuando la sacerdotisa concluye el parlamento, la

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