SILENCIOS REVELADOS
Fanzine del curso Didáctica de la lengua y la literatura
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MICROCUENTO
PÁGINA 07
SE OCULTA EN
MI ROPERO
A U T O R : A N Ó N I M O
El sol está saliendo y despierto lentamente, escucho
a mi madre decir que es hora de ir a la escuela,
pero antes de levantarme observó la habitación y
me percato de que sea seguro salir de mi cama,
miro al suelo, miro al techo y parece ser que se ha
ido; me siento a salvo. Mi madre me llama
nuevamente y bajo enseguida.
-¿Qué pasa? - le contestó.
-Apúrate que tengo que arreglarte, y si no te das
prisa, llegarás tarde a la escuela.
Luego de cambiarme, me cepillé los dientes y
después de la cocina tomé un poco de fruta para el
camino hacia la escuela.
Todo mi día parecía perfecto, jugué con mis amigos,
hice mis tareas, participé en clase y el profesor nos
dejó salir 20 minutos antes porque tenía una reunión
con los demás maestros, nada podría salir mal.
Después de llegar a mi casa, mi madre preparó la
comida, olía riquísimo, ella me pidió que llamara a mi
padre y hermano para que vinieran a comer. Cuando
terminó la comida, salí a la calle para jugar con mis
amigos, como dije, todo parecía perfecto. Después
de un rato comenzó a oscurecer y todos regresamos
a casa; mis miedos me atacaban nuevamente, la
noche me asustaba y con ella, sus demonios. Al
entrar a mi hogar, mamá dijo que era la hora de ir a
mi habitación a dormir, yo no dije nada, solo
obedecí.
Al llegar, mi cuarto tenía la luz encendida, entré y
todo estaba tal y como lo dejé, me sentí nerviosa, me
puse mi pijama, apagué la luz, me recosté y elegí
una cobija que me cubriera todo el cuerpo, cerré los
ojos un instante y los abrirlos nuevamente y como era
de esperarse, ahí estaba de nuevo; era gigante, con
enormes dientes, brazos llenos de filosas navajas y
enormes ojos que no me perdían de vista, ese
enorme monstruo que solo se quedaba ahí viéndome,
me asustaba la forma en que lo hacía y me daba
rabia que solo con su presencia mi mente se
atormentara, quería llorar, no sabía qué hacer, así
que solo tomé mi cobija y cubrí todo mi cuerpo hasta
que se hiciera de día.
Tras pasar los años me he dado cuenta que nada es
lo que parece y está no fue una excepción, dado
que eso a lo que tanto temía, eso a lo que tanto
huía, esa gran bestia, simplemente se trataba de un
ropero viejo con un agujero.