SILENCIOS REVELADOS

ESCRITURA COLECTIVA
Comencé a escribirle a mamá y a papá, pasaron los minutos y las horas; oscureció, era hora de ir a la cama y yo por
fin había terminado aquella carta. No podía esperar a que la leyeran. Aunque para ser sincero, me estoy muriendo de
miedo porque no sé si a mis papás les agradará la idea.
Finalmente, amaneció y era hora de despedirme de mi tío. Levanté a mis perros y les comenté que era hora de irnos,
estábamos a nada de conocer la reacción de mis papás. Me despedí de mi tío y le mencioné que le tendría noticias
nuevas acerca de nuestro plan. Él me deseó mucha suerte y me dijo que todo estará bien.
-No tengas miedo, Toñito, ya verás que tus padres se van a dar cuenta de lo inteligente que eres y te darán permiso
sin pensarlo. - Comentó Dalia.
Llegué a casa y a lo lejos vi a mi madre, el miedo comenzó a invadir mi cuerpo, ya no quería entregarles la carta, pero
si no lo hago, ¿de qué servirá todo? Me llené de valor, caminé hacia donde estaba ella y le dije:
-¡Hola, mamá! Déjame abrazarte, te extrañé toda la noche, ¿hoy ya te dije cuánto te amo? Mira, tengo algo para ti
y para papá, por favor, léanlo juntos y prométeme que después hablaremos de eso de la manera más pacífica
posible, ¿está bien?
-¿Estás tramando algo? Bueno, está bien, hijo, la leeré junto a tu padre y prometo que hablaremos después. Por
ahora, dedícate a realizar tus deberes aquí en casa.
Comencé con lo que mamá me pidió, seguro estaba de que la carta la leerían durante la noche. El día me fue eterno.
Terminé con mis pendientes y no hice nada más que pensar en cómo sería mi vida de estudiante. Me hace tanta
ilusión imaginarme en un futuro enseñándole tantas cosas a mis alumnos.
Por fin llegó la noche, me encontraba en mi habitación bastante nervioso. Seguramente mis papás ya estaban
leyendo la carta. Sabía que no podría dormir por estar pensando en eso; y al día siguiente, temeroso por su reacción,
me dirigí con ellos. Mamá lloraba y papá no decía una sola palabra, ¡Oh, sorpresa!, en las manos de mi papá estaba
la carta. Comencé a sudar como nunca antes, en verdad como nunca, ni siquiera como cuando estaba abrazado por
el sol dentro de los corrales; llegué hasta ellos, y en verdad me moría por preguntar qué era lo que pensaban al
respecto, pero…
-¿Qué clase de madre he sido?, ¿realmente merezco que me llames así?- dijo mi madre mientras me abrazaba de
una manera tan especial y única.
Me encontraba confundido, pero ese abrazo se sentía tan bien, que decidí callar a mi cabeza y sus dudas, y preferí
esperar para escuchar el resto de las palabras de mi madre.
-Sabes, de pequeña tuve sueños, grandes sueños, pero fui tan cobarde que preferí enterrarlos, luego conocí a tu
padre y los tuve a ustedes, y fue ahí cuando comencé a tener nuevamente esos sueños, ¿sabes de qué sueños hablo?
En mi mente tenía una idea, pero antes de decir una sola palabra mi madre continuó.
-Sí, ustedes, mi familia son mi gran sueño, anhelo tanto verlos felices, verlos triunfar, que creí que esta vida era la
indicada.
Mis ojos comenzaron a nublarse y cuando estaba a punto de responder, mi padre, dijo.
-Hijo, perdón, te amo como no tienes una idea, es por ello que si tu gran sueño es ser maestro, entonces cuentas con
nosotros para cumplirlo.
No pude siquiera decir gracias, pues ese día continuó y terminó con un gran abrazo.
-¡Toño! Anda, apresúrate, se te hace tarde para tomar el camión.
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Sí, esa es nuevamente la voz de mi madre, solo que ahora me indica que estoy a punto de cumplir mi más grande
sueño. Por fin estoy a minutos de tomar un autobús para irme rumbo a la ciudad y de convertirme en un gran maestro.
Por cierto, ¿saben qué es lo que decía mi carta? Bueno, no les contaré todo, pero, sí, lo siguiente: “la vida es larga, los
sueños eternos, la familia es lo más importante, pero a pesar de ello yo sé que para cumplir con mi meta en esta vida
necesito descubrir si realmente soy capaz de ser maestro y aquí no lo descubriré, no quiere decir que al irme, me voy
a olvidar de estas mis raíces, al contrario, sé que si me voy, al regresar, traeré cosas mejores para todos en este mi
bello pueblo, y no olviden que los amo y siempre los amaré, con amor, Toño”.