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con un porcentaje de los ingresos. Eligen la opción de de comprar acciones y
participar en lo beneficios en lugar de recibir salarios más altos. Fíjate en que con
ninguna de las formas de obtener dinero que se han mencionado en este párrafo existe
garantía alguna. Como he dicho anteriormente, en el mundo financiero las
recompensas son, generalmente, proporcionales al riesgo.
La gente rica cree en sí misma. Cree en su valor y en su capacidad de entregarlo.
La gente pobres, no, por eso necesita “garantía”.
Recientemente, traté con una asesora de relaciones públicas que quería que le
pagase unos honorarios de 4000 dólares al mes. Le pregunté qué recibiría yo a
cambio de esos 4000 dólares. Me contestó que mensualmente lograría una cobertura
en los medios de comunicación superior a los 20.000 dólares. Yo le dije. “¿Y si no
produce usted esos resultados ni nada que se le acerque?”. Ella respondió que, aun
así, estaría poniendo su tiempo, por lo que merecía que se le pagase.
Así que contesté: “A mí no me interesa pagarle por su tiempo: me interesa pagarle
por un resultado concreto, y si no produce ese resultado, ¿por qué debería pagarle?
Por otro lado, si produce resultados mayores debería cobrar más. Esta es mi
propuesta: le daré el 50% del valor de la cobertura que origine en los medios de
comunicación. Según sus cifras, eso significa pagarle diez mil dólares al mes, que es
más del doble de sus honorarios.
¿Se avino a ello? ¡No! ¿Está sin blanca? ¡Si! Y lo estará el resto de su vida o hasta
que entienda que para hacerse rico necesitarás cobrar en función de los resultados.
Los pobres canjean su tiempo por dinero. El problema de esta estrategia es que tu
tiempo es limitado. Eso significa que invariablemente acabas transgrediendo la Regla
de la Riqueza n. 1, que dice: “Jamás pongas techo a tus ingresos”. Si eliges cobrar por
tu tiempo, estás cargándote casi todas tus probabilidades de obtener riqueza.
PRINCIPIO DE RIQUEZA:
Jamás pongas techo a tus ingresos.
Esta regla puede aplicarse también a los negocios de servicio personal, en los que
generalmente se te paga por tu tiempo: por eso lo abogados, contables y asesores que
no son aún socios de su firma —y, por lo tanto, no participan de los beneficios del
negocio— se ganan la vida de un forma, a lo sumo, moderada.
Supón que te dedicas negocio de los bolígrafos y recibes un pedido de 50.000
unidades. Si éste fuese el caso, ¿qué harías? Simplemente, llamarías a tu proveedor,
pedirías 50.000 bolígrafos, los despacharías y contabilizarías felizmente los
beneficios. Ahora, supón que eres un terapeuta masajista lo bastante afortunado para
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