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Pista n. 3 de la víctima: las quejas
Quejarte es absolutamente lo peor que podrías hacer por tu salud o tu riqueza. ¡Le
peor! ¿Por qué?
Yo soy un gran creyente en la ley universal que reza: “Aquello en lo que te
centras se expande”. Cuando te estás quejando, ¿en qué estás centrándote, en lo que
va bien en tu vida o en lo que va mal? Obviamente en lo que te centras se expande,
seguirás obteniendo más de lo que va mal.
Muchos profesionales del desarrollo personal hablan de la ley de la Atracción.
Esta afirma que “lo semejante atrae a lo semejante”, en el sentido de que cuando estás
quejándote, lo que en realidad atraes a tu vida es desgracia.
PRINCIPIO DE RIQUEZA:
Cuando te estás quejando te convierte en
un imán viviente para la desgracia
¿Te has fijado alguna vez en que los que se quejan tienen generalmente una vida
dura? Parece que todo lo que podría irles mal, efectivamente, les va mal. Dicen: “Por
supuesto que me quejo: mira qué porquería de vida tengo”. Y ahora que ya lo sabes
mejor, puedes explicarles: “No, precisamente es debido a tus quejas por que tu vida
es una porquería. Cállate... ¡y no te me acerques!”.
Y esto nos lleva a otro punto: debes asegurarte y reasegurarte de no ponerte en las
proximidades de los que se quejan. Si te resulta absolutamente inevitable estar cerca,
asegúrate de que traes un paraguas de acero ¡o la desgracia y la porquería dirigida a
ellos te alcanzará a ti también!
Yo pertenezco lo más lejos posible de los que se quejan, porque la energía
negativa es infecciosa. Hay muchísima gente, sin embargo, a la que le encanta andar
con personas quejicas y escucharlas. ¿por qué? Muy sencillo: ¡están esperando su
turno! “¿Y tú dices que eso es malo? ¡Espera a escuchar lo que me pasó a mi!”.
Aquí tienes unos “deberes para casa” que te prometo que cambiarán tu vida: en
los próximos siete días, te desafío a no quejarte en absoluto. No sólo en voz alta, sino
tampoco mentalmente. Pero tienes que hacerlo los siete días completos. ¿por qué?
Porque durante los próximos días puede que sigan llegándote “restos de porquería”
procedentes de antes: por desgracia, la porquería no viaja a la velocidad de la luz,
¿sabes?, sino a la velocidad de la porquería, de modo que podría costar un poco hacer
una limpieza a fondo.
He propuesto este desafío a miles de personas, y estoy anonadado de cuántas me
han dicho que este sencillo ejercicio, que parece tan poca cosa, ha transformado sus
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