El-laberinto-de-la-soledad-Octavio-Paz-_2_
aztecas nunca llegaron a tener ideas definidas acerca de la naturaleza de losespañoles) enviado para restablecer el orden sagrado del quinto sol,interrumpido con la caída de Tula. La llegada de los españoles coincide conun interregno en Mesoamérica: a la destrucción de Tula, la fuga deQuetzalcóatl (dios-jefe-sacerdote) y su profecía de regresar algún día, habíasucedido la hegemonía de México-Tenochtitlan; pero el poder azteca, porrazón misma de su origen bárbaro, estaba perpetuamente amenazado por lavuelta de aquéllos que realmente encarnaban el principio del quinto sol, loslegendarios toltecas. Para comprender la actitud del mundo mesoamericanofrente a los españoles hay que recordar que, según la leyenda, el reysacerdoteTopiltzin Quetzalcóatl nació el año 1 Ácatl (caña) y que su fuga ydesaparición acaecieron 52 años más tarde, otra vez en la fecha 1 Ácatl. Lacreencia general era que Quetzalcóatl regresaría en un año 1 Acatl, ¡yCortés llegó a México en 1519, o sea precisamente en 1 Ácatl! Esimpresionante leer la arenga con que Moctezuma II recibe a Cortés: «Señornuestro, te has fatigado, te has diado cansancio: ya a la tierra tú has llegado.Has arribado a tu ciudad: México. Aquí has venido a asentarte en tu solio,en tu trono. Oh, por breve tiempo te lo reservaron, te lo conservaron, losque ya se fueron, tus sustitutos». El soberano no pone en duda los títulossagrados del español; México pertenece a Cortés no por derecho deconquista sino de propiedad original: viene a recobrar su herencia. YMoctezuma subraya que los que «ya se fueron» —es decir, suspredecesores, los antiguos soberanos de México: Itzcóatl, Moctezuma elViejo, Tízoc, Axa-yácatl, Ahuítzotl— gobernaron sólo como sustitutos oregentes. No eran, como el mismo Moctezuma, sino los guardianes, loscustodios de la herencia tolteca. El Tlatoani señala, no sé si lamentando elhecho o haciéndolo valer ante Cortés, que esa regencia duró poco: «Oh, québreve tiempo tan sólo guardaron para ti…». Es patética la insistencia deMoctezuma: «ha cinco, ha diez días que yo estaba angustiado: tenía fija lamirada en la Región del Misterio. Y tú has venido entre nubes, entrenieblas. Como que esto era lo que nos habían dejado dicho los reyes, losque rigieron, los que gobernaron tu ciudad: que habrías de instalarte en tuasiento, que habrías de venir acá» [30] . No puedo detenerme más en el
análisis del tema. Habría que dedicar una vida entera al estudio yelucidación de la Conquista.La actitud de Moctezuma y de la casta dirigente de México-Tenochtitlanno es tan fantástica como a primera vista parece: el regreso de Tula yQuetzalcóatl se insertaban con naturalidad dentro de una concepcióncircular del tiempo. La idea nos choca porque nosotros los modernos, a untiempo fanáticos y víctimas del tiempo rectilíneo e irrepetible del progreso,no podemos aceptar con todas sus consecuencias la visión del tiempocíclico. En el caso de los aztecas, la idea del regreso del tiempo hundía susraíces en un sentimiento de culpabilidad. El tiempo del principio, alregresar, asumía la forma de una reparación. Esto no habría sido posible silos aztecas no se hubiesen sentido culpables no sólo frente al pasado míticode Tula sino también ante los otros pueblos. El extraño episodio de laaparición del dios Tezcatlipoca lo prueba. Como es sabido, ese dios tiene unpapel decisivo en la historia de la caída de Tula. A la manera de Satán conCristo o de Mara con Buda, Tezcatlipoca es el tentador de Quetzalcóatl,sólo que, más astuto y afortunado que aquéllos, valido de sus artes dehechicería logra que el dios asceta se embriague y cometa incesto con suhermana. Así se consuma la ruina de Quetzalcóatl y de su ciudad.Tezcatlipoca era particularmente venerado por los mexicas. Pues bien,cuando Moctezuma II se entera de que Cortés y sus compañeros, lejos deescuchar sus ruegos o sus veladas amenazas, no se retiran por donde habíanvenido sino que marchan hacia México-Tenochtitlan, decide hacerles frentecon un arma infalible: la hechicería. Así, destaca a un grupo de magos yhechiceros; el grupo se pone en camino pero, cuando los magos están apunto de encontrar a los españoles, tropiezan con un joven «que habla comosi estuviese borracho» (¿poseído por el delirio sagrado?), que los detiene yles dice: «¿Qué cosa es la que queréis? ¿Qué es lo que hacer procuraMoctezuma?… Ha cometido errores: ha llevado allá lejos a sus vasallos, hadestruido a las personas…». Los hechiceros escuchan suspensos laspalabras confusas y entrecortadas del joven «borracho». Cuando quierentocarlo, éste desaparece. No obstante, siguen oyendo su voz: les ordenavolver la mirada hacia abajo, hacia el valle en donde está la ciudad:
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aztecas nunca llegaron a tener ideas definidas acerca de la naturaleza de los
españoles) enviado para restablecer el orden sagrado del quinto sol,
interrumpido con la caída de Tula. La llegada de los españoles coincide con
un interregno en Mesoamérica: a la destrucción de Tula, la fuga de
Quetzalcóatl (dios-jefe-sacerdote) y su profecía de regresar algún día, había
sucedido la hegemonía de México-Tenochtitlan; pero el poder azteca, por
razón misma de su origen bárbaro, estaba perpetuamente amenazado por la
vuelta de aquéllos que realmente encarnaban el principio del quinto sol, los
legendarios toltecas. Para comprender la actitud del mundo mesoamericano
frente a los españoles hay que recordar que, según la leyenda, el reysacerdote
Topiltzin Quetzalcóatl nació el año 1 Ácatl (caña) y que su fuga y
desaparición acaecieron 52 años más tarde, otra vez en la fecha 1 Ácatl. La
creencia general era que Quetzalcóatl regresaría en un año 1 Acatl, ¡y
Cortés llegó a México en 1519, o sea precisamente en 1 Ácatl! Es
impresionante leer la arenga con que Moctezuma II recibe a Cortés: «Señor
nuestro, te has fatigado, te has diado cansancio: ya a la tierra tú has llegado.
Has arribado a tu ciudad: México. Aquí has venido a asentarte en tu solio,
en tu trono. Oh, por breve tiempo te lo reservaron, te lo conservaron, los
que ya se fueron, tus sustitutos». El soberano no pone en duda los títulos
sagrados del español; México pertenece a Cortés no por derecho de
conquista sino de propiedad original: viene a recobrar su herencia. Y
Moctezuma subraya que los que «ya se fueron» —es decir, sus
predecesores, los antiguos soberanos de México: Itzcóatl, Moctezuma el
Viejo, Tízoc, Axa-yácatl, Ahuítzotl— gobernaron sólo como sustitutos o
regentes. No eran, como el mismo Moctezuma, sino los guardianes, los
custodios de la herencia tolteca. El Tlatoani señala, no sé si lamentando el
hecho o haciéndolo valer ante Cortés, que esa regencia duró poco: «Oh, qué
breve tiempo tan sólo guardaron para ti…». Es patética la insistencia de
Moctezuma: «ha cinco, ha diez días que yo estaba angustiado: tenía fija la
mirada en la Región del Misterio. Y tú has venido entre nubes, entre
nieblas. Como que esto era lo que nos habían dejado dicho los reyes, los
que rigieron, los que gobernaron tu ciudad: que habrías de instalarte en tu
asiento, que habrías de venir acá» [30] . No puedo detenerme más en el