El-laberinto-de-la-soledad-Octavio-Paz-_2_
costados son los cuatro puntos cardinales, sus escaleras son los climas detodas las zonas, su alta meseta es la casa del Sol y de las constelaciones.Apenas si es necesario recordar que para los antiguos el mundo era unamontaña y que lo mismo en Sumeria y Egipto que en Me-soamérica, larepresentación geométrica y simbólica de la montaña cósmica fue lapirámide. La geografía de México tiende a la forma piramidal como siexistiese una relación secreta pero evidente entre el espacio natural y lageometría simbólica y entre ésta y lo que he llamado nuestra historiainvisible. Arquetipo arcaico del mundo, metáfora geométrica del cosmos, lapirámide mesoamericana culmina en un espacio magnético: la plataformasantuario.Es el eje del universo, el sitio en que se cruzan los cuatro puntoscardinales, el centro del cuadrilátero: el fin y el principio del movimiento.Una inmovilidad en la que se acaba y se reengendra la danza del cosmos.Tiempo petrificado, los cuatro lados de la pirámide representan loscuatro soles o edades del mundo y sus escaleras son días, meses, años,siglos. Arriba, en la plataforma: el lugar del nacimiento del quinto sol, laera nahua y azteca. Un edificio hecho de tiempo: lo que fue, lo que será, loque está siendo. Espacio, la plataforma-santuario es el lugar de aparición delos dioses y el altar del sacrificio: punto de convergencia entre el mundohumano y el divino; tiempo, es el centro del movimiento, el fin y elprincipio de las eras: presente eterno de los dioses. La pirámide es unaimagen del mundo; a su vez, esa imagen del mundo es una proyección de lasociedad humana. Si es cierto que el hombre inventa dioses a su semejanza,también lo es que encuentra su semejanza en las imágenes que le ofrecen elcielo y la tierra. El hombre hace del paisaje humano historia humana; lanaturaleza convierte la historia en cosmogonía, danza de astros.La pirámide asegura la continuidad del tiempo (el humano y el cósmico)por el sacrificio: es un espacio generador de vida. La metáfora del mundocomo montaña y de la montaña como dadora de vida se materializa conpasmosa literalidad en la pirámide. Su plataforma-santuario, cuadrada comoel mundo, es el teatro de los dioses y su campo de juego. ¿Cuál es el juegode los dioses? Juegan con tiempo y su juego es la creación y la destrucciónde los mundos. Oposición entre el trabajo y el juego divino: el hombre
trabaja para comer, los dioses juegan para crear. Mejor dicho, para ellos nohay diferencia entre jugar y crear: cada una de sus piruetas es un mundo quenace o que se aniquila. Creación y destrucción son nociones antitéticas paralos hombres pero idénticas para los dioses: todo es juego. En sus juegos —que son guerras que son danzas— los dioses crean, destruyen y, a veces, seautodestruyen. Al inmolarse, recrean al mundo. El juego de los dioses es unjuego sangriento que culmina en un sacrificio que es la creación del mundo.La destrucción creadora de los dioses es el modelo de los ritos, lasceremonias y las fiestas de los hombres: sacrificio es igual a destrucciónproductiva. Para los antiguos mexicanos danza era sinónimo de penitencia.Parece extraño pero no lo es: danza es primordialmente rito y éste esceremonia que reproduce la creación del mundo por los dioses en un juegoque es destrucción creadora. Hay una íntima conexión entre el juego divinoy el sacrificio que engendra al universo; a ese modelo celeste correspondeotro humano: en el rito la danza es penitencia. La ecuación danza =sacrificio se repite en el simbolismo de la pirámide: la plataforma de lacúspide representa el espacio sagrado donde se despliega la danza de losdioses, un juego creador del movimiento y, por tanto, del tiempo mismo; ellugar de la danza es igualmente, por las mismas razones de analogía ycorrespondencia, el lugar del sacrificio. Ahora bien, para los aztecas elmundo de la política no era distinto al mundo de la religión: la danza celesteque es destrucción creadora es asimismo guerra cósmica; esta serieanalógica divina se proyecta en otra, terrestre: la guerra ritual (o «guerraflorida») es el doble de la danza guerrera de los dioses y culmina en elsacrificio de los prisioneros de guerra. Destrucción creadora y política dedominación de los otros son la doble cara, la divina y la humana, de unamisma concepción. La pirámide, tiempo petrificado, lugar del sacrificiodivino, es también la imagen del Estado azteca y de su misión: asegurar lacontinuidad del culto solar, fuente de la vida universal, por el sacrificio delos prisioneros de guerra. El pueblo mexica se identifica con el culto solar:su dominación es semejante a la del sol que cada día nace, combate, muerey renace. La pirámide es el mundo y el mundo es México-Tenochtifian:deificación de la nación azteca por su identificación con la imagen ancestral
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costados son los cuatro puntos cardinales, sus escaleras son los climas de
todas las zonas, su alta meseta es la casa del Sol y de las constelaciones.
Apenas si es necesario recordar que para los antiguos el mundo era una
montaña y que lo mismo en Sumeria y Egipto que en Me-soamérica, la
representación geométrica y simbólica de la montaña cósmica fue la
pirámide. La geografía de México tiende a la forma piramidal como si
existiese una relación secreta pero evidente entre el espacio natural y la
geometría simbólica y entre ésta y lo que he llamado nuestra historia
invisible. Arquetipo arcaico del mundo, metáfora geométrica del cosmos, la
pirámide mesoamericana culmina en un espacio magnético: la plataformasantuario.
Es el eje del universo, el sitio en que se cruzan los cuatro puntos
cardinales, el centro del cuadrilátero: el fin y el principio del movimiento.
Una inmovilidad en la que se acaba y se reengendra la danza del cosmos.
Tiempo petrificado, los cuatro lados de la pirámide representan los
cuatro soles o edades del mundo y sus escaleras son días, meses, años,
siglos. Arriba, en la plataforma: el lugar del nacimiento del quinto sol, la
era nahua y azteca. Un edificio hecho de tiempo: lo que fue, lo que será, lo
que está siendo. Espacio, la plataforma-santuario es el lugar de aparición de
los dioses y el altar del sacrificio: punto de convergencia entre el mundo
humano y el divino; tiempo, es el centro del movimiento, el fin y el
principio de las eras: presente eterno de los dioses. La pirámide es una
imagen del mundo; a su vez, esa imagen del mundo es una proyección de la
sociedad humana. Si es cierto que el hombre inventa dioses a su semejanza,
también lo es que encuentra su semejanza en las imágenes que le ofrecen el
cielo y la tierra. El hombre hace del paisaje humano historia humana; la
naturaleza convierte la historia en cosmogonía, danza de astros.
La pirámide asegura la continuidad del tiempo (el humano y el cósmico)
por el sacrificio: es un espacio generador de vida. La metáfora del mundo
como montaña y de la montaña como dadora de vida se materializa con
pasmosa literalidad en la pirámide. Su plataforma-santuario, cuadrada como
el mundo, es el teatro de los dioses y su campo de juego. ¿Cuál es el juego
de los dioses? Juegan con tiempo y su juego es la creación y la destrucción
de los mundos. Oposición entre el trabajo y el juego divino: el hombre