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El-laberinto-de-la-soledad-Octavio-Paz-_2_

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universalidad de la historia—, sólo que en cada cultura el modo de

asociación es distinto.

La otredad nos constituye. No afirmo con esto el carácter único de

México —ni el de México ni el de pueblo alguno; sostengo que esas

realidades que llamamos culturas y civilizaciones son elusivas—. No es que

México escape a las definiciones: somos nosotros mismos los que nos

escapamos cada vez que intentamos definirnos, asimos. El carácter de

México, como el de cualquier otro pueblo, es una ilusión, una máscara; al

mismo tiempo, es un rostro real. Nunca es el mismo y siempre es el mismo.

Es una contradicción perpetua: cada vez que afirmamos una parte de

nosotros mismos, negamos otra. Lo que ocurrió el 2 de octubre de 1968 fue,

simultáneamente, la negación de aquello que hemos querido ser desde la

Revolución y la afirmación de aquello que somos desde la Conquista y aun

antes. Puede decirse que fue la aparición del otro México o, más

exactamente, de uno de sus aspectos. Apenas si debo repetir que el otro

México no está afuera sino en nosotros: no podríamos extirparlo sin

mutilarnos. Es un México que, si sabemos nombrarlo y reconocerlo, un día

acabaremos por transfigurar: cesará de ser ese fantasma que se desliza en la

realidad y la convierte en pesadilla de sangre. Doble realidad del 2 de

octubre de 1968: ser un hecho histórico y ser una representación simbólica

de nuestra historia subterránea o invisible. Y hago mal en hablar de

representación pues lo que se desplegó ante nuestros ojos fue un acto ritual:

un sacrificio. Vivir la historia como un rito es nuestra manera de asumirla;

si para los españoles la Conquista fue una hazaña, para los indios fue un

rito, la representación humana de una catástrofe cósmica. Entre estos dos

extremos, la hazaña y el rito, han oscilado siempre la sensibilidad y la

imaginación de los mexicanos.

Todas las historias de todos los pueblos son simbólicas; quiero decir: la

historia y sus acontecimientos y protagonistas aluden a otra historia oculta,

son la manifestación visible de una realidad escondida. Por esto nos

preguntamos: ¿qué significaron realmente las Cruzadas, el descubrimiento

de América, el saqueo de Bagdad, el Terror jacobino, la guerra de Secesión

norteamericana? Vivimos la historia como si fuese una representación de

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