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El-laberinto-de-la-soledad-Octavio-Paz-_2_

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consumo) y se prepara, con ciertas dificultades, a la segunda etapa; a

consecuencia de la reforma agraria, la política de irrigación y construcción

de presas, la aparición en el norte de la agricultura capitalista y de los

magníficos esfuerzos combinados de los geneticistas mexicanos y

norteamericanos que han creado nuevos tipos de semillas, especialmente de

trigo, se han hecho impresionantes avances en materia agrícola y México ya

puede alimentarse; los progresos en la esfera de la salud pública han sido

considerables y muy apreciables los de la educación, aunque en esta rama

hayan sido más lentos e insuficientes, sobre todo por lo que toca a la

educación media y superior. Todos estos hechos se resumen en lo siguiente:

la aparición de una clase obrera, una clase media y una clase capitalista. El

viejo sueño de los liberales mexicanos del siglo pasado parece haberse

realizado: al fin México es un país moderno. Sólo que si se observa con

cierto detenimiento el cuadro, se perciben vastas zonas de sombra. Una

modernidad desconcertante.

La política económica de desarrollo no obedeció a un plan integral y

nacional a largo plazo. Así, unas regiones han sido el objeto de la solicitud

y los créditos del gobierno y otras han sido abandonadas casi del todo. A

esta desigualdad horizontal corresponde otra, vertical: a pesar de que el

índice de pobreza ha descendido continuamente desde hace treinta años, ese

descenso no ha sido, ni con mucho, proporcional al crecimiento económico.

En números absolutos hay ahora más ricos que hace treinta años pero

también hay muchísimos más pobres, aunque la proporción de estos últimos

haya disminuido. El desarrollo económico ha sido notable; no lo ha sido, ni

con mucho, el desarrollo social: México sigue siendo un país de

escandalosas desigualdades. Después de esto es fácil inferir el defecto

principal de la industrialización, un defecto que hace cerca de veinte años

había ya señalado el economista norteamericano Sanford Mosk: la debilidad

del mercado interno. Si el gobierno no ataca este problema ampliando el

mercado actual y fortificando el poder adquisitivo del pueblo, el ritmo del

desarrollo decrecerá y aun se paralizará. Pero para emprender esa acción

son indispensables tanto una política de reformas sociales como el

restablecimiento de las libertades sindicales en el interior de las

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