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El-laberinto-de-la-soledad-Octavio-Paz-_2_

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facultad casi ilimitada para utilizar los fondos federales. Lo extraordinario

es que con semejantes poderes nuestros presidentes no hayan sido ni

Calígulas ni Nerones. La razón reside, quizá, en los largos años de

disciplina y adiestramiento que el PRI impone a sus fieles. Aparece de nuevo

la relación orgánica entre la institución presidencial y el Partido; desde su

origen fueron y son realidades complementarias: respuesta a una situación

histórica de crisis, representaron compromiso entre la dictadura personal de

los caudillos y el programa democrático de la Revolución mexicana.

Las virtudes y los defectos del PRI son obvios. Entre las primeras

sobresale su independencia del poder militar. El PRI representa el principio

de separación entre el cuerpo militar y el cuerpo político de la nación, algo

que no ha logrado todavía casi ninguno de los países de América Latina.

¿Conservará esa independencia en el futuro? Lo dudo muchísimo: a medida

que la crisis política se encone, el PRI dependerá más y más de la fuerza

física de las armas. La mayoría de los escritores que se ocupan de la historia

moderna de México piensan que el Partido ha sobrevivido pero señalan que,

cualesquiera que hayan sido sus defectos, contribuyó poderosamente a la

paz y estabilidad del país, sin las cuales hubiese sido imposible el desarrollo

de México. Aunque coincido con esta opinión, me pregunto si muchos de

los defectos de nuestro desarrollo no se deben precisamente al PRI: si es

verdad que preservó la continuidad de la acción gubernamental, también lo

es que impidió el análisis y la crítica de esa acción. Además y sobre todo:

protegió la irresponsabilidad y la venalidad de los funcionarios encargados

de realizar los programas de desarrollo económico. En cuanto al presente:

concebido como un remedio extremo contra una enfermedad que parecía

crónica y que amenazaba con destruir el país —el peligro de caer en el ciclo

de la dictadura a la anarquía y de ésta a aquélla— el Partido perpetúa ahora

un régimen de transición y de excepción. En México no hay más dictadura

que la del PRI y no hay más peligro de anarquía que el que provoca la

antinatural prolongación de su monopolio político.

Durante la segunda Guerra Mundial se terminó el periodo propiamente

revolucionario del México moderno y se inició la etapa del desarrollo

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