EL NARRATORIO ANTOLOGIA LITERARIA DIGITAL NRO 82 DICIEMBRE 2022
Antología de cuentos de autores de habla hispana
Antología de cuentos de autores de habla hispana
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
la comodidad, abrí de par en par el diario y, como si todo lo calculara
con premeditación, me dirigí a la sección de Cultura y Espectáculos.
Ahí el titular, con letras enormes, rezaba: ‹‹Los mejores libros
del año››. Extasiado, frenético, emocionadísimo, leí desde la primera
letra mayúscula inicial hasta el punto final del artículo; pero, como
por arte de brujería, no pude ver mi nombre. No, no lo encontré. Al
leerlo de nuevo y, casi saltándome las frases, no encontraba mi
nombre. Otra vez. Diablos, leía mal. Otra vez. Nada de nada. Parecía
que leía mal.
—Mierda —susurré con cólera.
Destrocé el diario atropelladamente. ‹‹Fraude, no puede ser
otra cosa que fraude››, pensé con el rostro rojo de furia. Con desazón,
esperé más de quince minutos para serenarme y leer con calma el
artículo de aquel critiquillo. Tuve que beber dos vasos de agua. Dar
vueltas de un lado a otro y, por fin, sentarme a respirar profundo.
Todos los libros los había leído y encontré incluso algunos que
tenían errores de estilo y hasta ortográficos. No muy evidentes, pero
que revelaba la falta de madurez del autor. Sin embargo, era ya, lo
peor de todo, un hecho. No había vuelta atrás.
Al encender la laptop, con aquel sinsabor entre los labios y
dispuesto a trabajar corrigiendo diversos textos literarios de
diferentes autores, escuché sonar el timbre de forma quejumbrosa.
Recordé la visita de Helena y no me equivoqué. Entró furiosa sin
saludarme, agitadísima, y escupió lo que la atormentaba:
—Mi esposo quiere el divorcio —gritó con el rostro fruncido—
. Y no estoy dispuesta a perderlo así por así… Al menos por mis
hijos…
La miré con perplejidad. Solo me faltaba esto. Sentí un nudo
agrio en la garganta. Un absurdo que me absorbía de pies a cabeza.
Una impresión terrible que me hervía el rostro. De pronto, quería
explotar, pero me contuve.
—¿Y tú, no tienes nada qué decir? —volvió a decir.
87