EL NARRATORIO ANTOLOGIA LITERARIA DIGITAL NRO 82 DICIEMBRE 2022
Antología de cuentos de autores de habla hispana
Antología de cuentos de autores de habla hispana
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A
mamá no le gustaba que fuéramos solos por la calle.
Siempre nos llevaba al colegio, y luego nos iba a
buscar. Tampoco nos dejaba ir al parque con los
demás niños. Yo pensaba que siempre había sido así,
pero Bastián decía que fue a raíz de lo de papá.
Alguna vez fuimos al parque en algún cumpleaños, después de
mucho insistir, pero no podíamos subir a los columpios, ni al
tobogán. Se ponía muy nerviosa, nos gritaba “¡Cuidado!” todo el
tiempo, intentaba estar siempre a nuestro lado pero, como éramos
cuatro, no lo conseguía y acababa teniendo problemas para respirar.
Nuestra casa de entonces tenía un pequeño jardín trasero.
Estaba tapiado por sus tres costados y para mamá era un lugar
seguro en el que podíamos jugar. Por las tardes nos soltaba en el
jardín y nos vigilaba por la ventana mientras hacía sus arreglos de
costura. En el jardín delantero no podíamos estar porque no estaba
protegido y podía entrar cualquiera. A mí me gustaba más el de
delante porque tenía árboles para esconderse y un tronco tumbado
que parecía un avión.
Mamá nos quería mucho. A mí me daban pena esos niños
que llegaban al colegio con un brazo roto o heridas en las rodillas.
Mamá decía que sus madres no los cuidaban bien. Nosotros apenas
teníamos accidentes, algún chichón contra una puerta como
máximo, mamá tampoco nos dejaba correr por la casa.
Yo sentía que éramos la familia perfecta, siempre juntos. Eso
decía mamá.
Pero había una cosa que envidiaba de mis compañeros: cómo
disfrutaban la Navidad. Nosotros no la celebrábamos, y eso sí que
era desde lo de papá. En casa no había adornos, ni luces, ni dulces
navideños. Por eso cuando descubrí el pino del jardín delantero me
pareció mágico. Tenía unas bolas blancas como de nieve adornando
toda la copa. Me hubiera gustado coger una, pero mamá no nos
dejaba trepar a los árboles. Durante varios días se convirtió en mi
celebración secreta, cada vez que pasaba delante de él, tarareaba
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