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MANUAL

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de su papá “daba más plata” y era menos

pesado decidió ir a trabajar con él. Él aprendió

rápido y ya lleva ocho años trabajando en

farobómper. Lo que más le gustaba del trabajo

eran las modificaciones, pero estas tomaban

mucho tiempo y no las pagaban bien, por

eso, las dejaron de hacer. Su meta es poder

dejar de reparar y dedicarse a vender piezas,

porque es menos pesado y así Humberto

podría de alguna manera jubilarse. A diferencia

de su papá, Yeison no quiere compartir

su conocimiento con sus hijos, prefiere

mantenerlos lejos del medio.

El oficio de la reparación de bómperes,

farolas, persianas, y todo lo plástico del carro

es un arte que requiere una precisión casi que

quirúrgica. Estos oficiantes son reconocidos

en el barrio por reparar lo irreparable y

además, hacen mantenimiento y venta de

farolas, arreglan airbags, y hacen latonería

y pintura. “Con la pistola de calor se sacan

las abolladuras y se le va dando forma a las

piezas, luego se pasa la escobilla para que

quede pulido”. “Con el cautín se cosen las

piezas rotas”. Como todos en el 7, trabajan

en llave con varios talleres y su especialidad

es hacer los grandes arreglos para que luego

en los talleres hagan el detallado. Tienen una

colección de piezas para los casos en los

que se dan por perdidas, las personas pasan

preguntando si tiene el bómper de X carro,

son piezas recolectadas de talleres y carros de

siniestros.

Este padre e hijo están en constante

aprendizaje, pues todo el tiempo llegan nuevos

modelos, por eso cuando les piden una

reparación o pieza siempre piden una muestra,

pues para un mismo modelo existen diferentes

versiones. Esa es otra parte del oficio, conocer

las referencias, las marcas, y estar seguros de

todo lo que tienen amontonado en la bodega.

A ellos no les importa si los clientes se van

a otro lado porque es más barato, pues son

conscientes del tiempo y trabajo que requiere

su oficio y de acuerdo a eso fijan un precio.

Con respecto al desorden “Uno no le pone

mucho color, arruma y uno ya más o menos

sabe dónde están ubicadas las cosas y no le

toca a uno ponerse a buscar, además, a los

clientes no les importa que este limpio, sino

que se haga bien el trabajo.” Sumado a todo

esto, hay una habilidad que se forma al oficiar,

si un cliente llega buscando algo que ellos no

tienen, le dicen dónde conseguirlo.

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