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Mainstay, a bordo de los cuatrimotores
Illiouchine-76, dotados de cuatro turborreactores
Soloviev.
Los vuelos de reconocimiento no estaban
reñidos con la implicación de aquellos
aparatos en el desarrollo bélico: en
octubre de 1911, las tropas italianas utilizaron
en Libia los aviones Blériot.
Fue el primer ataque con bombas
desde un avión. Lo llevó a cabo el teniente
Giulio Gavotti desde un monoplano
Etrich-Taube, que arrojó la bomba a
mano por encima de la borda tras liberarla
de su clavija.
El avión tuvo también un papel en las
guerras balcánicas, un año después. Los
aviones de observación se agruparon en
cuadrillas. Se transformarían en bombarderos
o cazas, y todos comprendieron
que era pieza clave para la victoria.
De hecho, en 1912 en Francia los hermanos
Michelin organizaron el Aéro-cible.
Un concurso en el que se trataba de
lanzar desde doscientos metros de altitud
bombas de siete kilos sobre blancos de
veinte metros de diámetro. La eficacia de
estos intentos mostró su importancia el
3 de agosto de 1914. Cinco horas después
de la declaración de guerra un Taube alemán
lanzó tres bombas sobre Luneville.
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