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Rallo-Una-Revolución-Liberal-para-España

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obligaciones positivas dirigidas a conservar sus dominios en un estado

adecuado para no perturbar el disfrute de esas servidumbres por parte de los

antiguos copropietarios así como a evitar la generación de externalidades

negativas sobre ellos. Estas obligaciones positivas implican una serie de

costes (reparación de cañerías, servicio de recogida de basuras,

mantenimiento de las aceras, etc.) que claramente tienden a reducirse —en

términos medios— cuando aumentan el número de usuarios. Por

consiguiente, a partir de cierto nivel —variable según las circunstancias—,

una adicional subdivisión de las copropiedades de los espacios comunes

acarrea parcos beneficios (pues la magnitud de las servidumbres absorbería

casi cualquier potestad como propietario) y crecientes costes (debido a que

los servicios comunitarios son más baratos cuando se prestan

comunitariamente), lo que de por sí serviría para poner freno a su uso

indiscriminado.

En definitiva, las ciudades actuales pueden pasar a convertirse en

condominios privados por la vía de la división consensual, arbitral o

judicial de los espacios comunes. De este modo, los ciudadanos podrán

conformar asociaciones voluntarias de propietarios encargadas de gestionar

sus espacios comunes según sus necesidades específicas y no según las de

terceros ajenos a las mismas. Gracias a ello, se intensificará la competencia

institucional no sólo entre municipios sino dentro de cada municipio y,

además, se facilitará una mejor gestión del problema de las externalidades

(si, por ejemplo, una determinada externalidad afectara sólo a una parte del

municipio, debería ser internalizada sólo por esa parte del municipio). La

subdivisión de los condominios no será, empero, ilimitada, ya que las

obligaciones insertas en el convenio regulador tienden a reducir los

beneficios de la división y a incrementar sus costes.

Por último, aquellos vecinos que no hayan optado por separarse de los

ayuntamientos estatales —ya sea creando una nueva ciudad o separándose

de alguna ya existente— seguirían obligados a financiar sus servicios,

idealmente a través de tasas. El ayuntamiento estatal puede ser observado

como un suministrador competitivo más de servicios necesarios para la

comunidad; servicios que, como hemos visto, pueden ser prestados por

otros municipios de libre creación o por la autoorganización interna de

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