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Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told

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—No, Christian, gracias por decírmelo. Aprecio mucho a

Ray.

—Nos vemos esta noche.

—Sí, por supuesto. Hasta luego.

Cuelga.

Ha ido mejor de lo que esperaba.

Es hora de volver al hotel. Guardo el portátil, me levanto y

me estiro. No son los asientos más cómodos del mundo.

Ana sigue leyéndole a Ray en el móvil. Desde el pie de la

cama, observo cómo le acaricia la mano y lo mira de vez en

cuando, bañándolo con su amor.

No se percata de mi presencia hasta que entra la enfermera

Kellie.

—Es hora de irse, Ana —digo con suavidad.

Le aprieta la mano, es evidente que se resiste a dejarlo.

—Quiero que comas algo. Vamos. Es tarde —insisto.

—Y yo voy a asear al señor Steele —dice la enfermera

Kellie.

—Vale —accede Ana—. Volveremos mañana por la

mañana.

Se inclina sobre él y le da un beso en la mejilla.

Está muy callada y pensativa mientras cruzamos el

aparcamiento.

—¿Quieres que conduzca yo? —pregunto.

Vuelve la cara hacia mí de inmediato.

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