Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told
Necesito alejar esos pensamientos tan perturbadores, así quecojo el teléfono y llamo a Welch para que me ponga al díasobre la investigación del accidente y de paso preguntarle si halocalizado a Jack Hyde y qué sabe sobre habitaciones delpánico.Taylor no quiere ni oír hablar de que vaya o vuelva andandodel despacho del alcalde, así que después de una larga comidacon este, subo a la parte trasera del Audi a regañadientes pararealizar el corto trayecto que me separa de Grey House. Creoque empieza a cargarme tenerlo revoloteando a mi alrededorcomo una mamá gallina. Es asfixiante. Exhalo un largo y lentosuspiro al recordar que Ana me acusa de hacer exactamente lomismo.Mierda. Espero que Ana lleve bien lo de tener a Sawyerencima.En el lado positivo, Taylor me ha recomendado que deje dejugar al golf. Por lo visto, hay demasiados árboles rodeando elcampo de golf tras los que podría ocultarse un asesino. No soyun gran aficionado a ese deporte, así que no me supone ningúnsacrificio dejarlo, aunque creo que Taylor está siendo un pocoexagerado.Levanto la vista hacia el techo solar panorámico y entreveoel radiante azul del verano asomando por encima del acero y elcristal del centro de Seattle. Cómo me gustaría estar allí arriba.La libertad de caminar en el aire.Necesito volver con Ana. Estaríamos seguros en unplaneador, surcando los cielos. Libres de la vigilanciaconstante del equipo de seguridad. La idea me resultaextremadamente atractiva. El único problema es que si quiero
llevar a Ana, necesito otro planeador; un modelo apto para dostripulantes. Me froto las manos con regocijo pensando en laoportunidad de compra que representa. Saco el móvil delbolsillo y empiezo a explorar la página web de AlexanderSchleicher y los últimos diseños de aeronaves.—Muchísimas gracias, Christian, Ana, ha sido un placerconoceros. Vais a tener una boda de ensueño.—Gracias a ti, Alondra —contesta Grace entusiasmada—.Me encantan tus ideas.Mi madre da una palmada con una emoción muy pocopropia de ella mientras hago un esfuerzo sobrehumano paraconservar la sonrisa y no poner los ojos en blanco. Estoyportándome la mar de bien. Es cierto que la señorita Gutiérreztiene unas propuestas magníficas, pero yo solo quiero que sematerialicen, y rápido, para poder casarnos.—La acompaño —dice Ana, guiándola al vestíbulo.—¿Qué te parece? —pregunta Grace.—Está bien.—Ay, Christian. —Parece irritada—. Esa mujer es perfecta.—Vale, pues esa mujer es un regalo del cielo en cuanto a laorganización de bodas.El sarcasmo tiñe mis palabras. Grace frunce los labios.Estoy seguro de que está a punto de regañarme cuando Anaregresa a la habitación.—¿Qué te ha parecido? —me pregunta ella también,tratando de encontrar la respuesta en mi expresión.—Creo que está bien. ¿A ti te ha gustado?
- Page 46 and 47: en contacto. Debra Kingston está e
- Page 48 and 49: —He estado pensando en nuestra ú
- Page 50 and 51: —Uau. ¿Para ti y la futura seño
- Page 52 and 53: —¿En serio? —Bueno, Kavanagh e
- Page 54 and 55: llamadas perdidas de Elena.Por lo q
- Page 56 and 57: Birthday» cada vez más entusiasta
- Page 58 and 59: Martes, 21 de junio de 2011Los ojos
- Page 60 and 61: Me despierto al instante, jadeando
- Page 62 and 63: Joder. Me pica el cuero cabelludo c
- Page 64 and 65: Corro en la cinta mientras sigo la
- Page 66 and 67: Personas a bordo: 2Muertos: 0 Herid
- Page 68 and 69: ¿Para qué coño pago a esa gente?
- Page 70 and 71: —Tienes razón. Informa a Sam. Qu
- Page 72 and 73: Debo felicitarte por haberte acorda
- Page 74 and 75: Frunce el ceño.—Mi gente ya est
- Page 76 and 77: Pero la discusión con mi padre fue
- Page 78 and 79: Otro punto de vista, venga ya.—Cr
- Page 80 and 81: —Gracias.—¿Cena en veinte minu
- Page 82 and 83: —Bueno, habrá que ver qué puedo
- Page 84 and 85: —Christian —gime.Y empiezo a mo
- Page 86 and 87: —No soy yo quien me preocupa, ere
- Page 88 and 89: con algún posible sospechoso. Por
- Page 90 and 91: una decisión.Me mira de manera sig
- Page 92 and 93: —Son unos Manolos —digo—. De
- Page 94 and 95: He estado tratando de convencerla c
- Page 98 and 99: Eso es lo que de verdad importa.—
- Page 100 and 101: No rehúyo su mirada cargada de cur
- Page 102 and 103: Martes, 28 de junio de 2011Leila qu
- Page 104 and 105: —Le darán el alta esta semana. V
- Page 106 and 107: Viernes, 1 de julio de 2011Llaman a
- Page 108 and 109: —Hacía bastante que no venía po
- Page 110 and 111: Nunca.Ese tío se me echó encima.Y
- Page 112 and 113: mí.—Estoy deseando arrancártelo
- Page 114 and 115: —O sea que tenemos el piso para n
- Page 116 and 117: —Tú tendrás que encontrar padri
- Page 118 and 119: —No me preocupo por mí, Christia
- Page 120 and 121: las manos en mis piernas y entonces
- Page 122 and 123: —Déjatelo puesto —pido. Me met
- Page 124 and 125: Me desplomo sobre ella, luego me de
- Page 126 and 127: Ana duerme apaciblemente a mi lado
- Page 128 and 129: sonrisa arrebatadora que le ilumina
- Page 130 and 131: Ana va al timón del Grace mientras
- Page 132 and 133: —¿Y las demás?Niego con la cabe
- Page 134 and 135: Ana siempre ha querido visitar Euro
- Page 136 and 137: Es un honor y un placer informarde
- Page 138 and 139: ¿Cómo que despedida de soltero? T
- Page 140 and 141: Sonrío con suficiencia. Qué iron
- Page 142 and 143: —Mientras prometas amarme, honrar
- Page 144 and 145: Clavo la mirada en ella mientras mi
llevar a Ana, necesito otro planeador; un modelo apto para dos
tripulantes. Me froto las manos con regocijo pensando en la
oportunidad de compra que representa. Saco el móvil del
bolsillo y empiezo a explorar la página web de Alexander
Schleicher y los últimos diseños de aeronaves.
—Muchísimas gracias, Christian, Ana, ha sido un placer
conoceros. Vais a tener una boda de ensueño.
—Gracias a ti, Alondra —contesta Grace entusiasmada—.
Me encantan tus ideas.
Mi madre da una palmada con una emoción muy poco
propia de ella mientras hago un esfuerzo sobrehumano para
conservar la sonrisa y no poner los ojos en blanco. Estoy
portándome la mar de bien. Es cierto que la señorita Gutiérrez
tiene unas propuestas magníficas, pero yo solo quiero que se
materialicen, y rápido, para poder casarnos.
—La acompaño —dice Ana, guiándola al vestíbulo.
—¿Qué te parece? —pregunta Grace.
—Está bien.
—Ay, Christian. —Parece irritada—. Esa mujer es perfecta.
—Vale, pues esa mujer es un regalo del cielo en cuanto a la
organización de bodas.
El sarcasmo tiñe mis palabras. Grace frunce los labios.
Estoy seguro de que está a punto de regañarme cuando Ana
regresa a la habitación.
—¿Qué te ha parecido? —me pregunta ella también,
tratando de encontrar la respuesta en mi expresión.
—Creo que está bien. ¿A ti te ha gustado?