Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told

kalpana3023talsaniya
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personal, sentados a sus escritorios, y paso junto a las puertasdobles en dirección a la recepción. Las puertas se abren yTaylor las cruza para reunirse conmigo, pero detrás de él veo aSusannah Shaw sentada en uno de los sofás de la sala deespera.¿Qué demonios?¿Están todas mis ex sumisas aquí o qué?Está leyendo una revista, así que no me ve.No tengo tiempo para esto.Veo a Leila a través de la pared de cristal de la sala dereuniones. Entro sin llamar y me encuentro con tres pares deojos que me miran con asombro. Ana se me queda mirandocon aire conmocionado y luego con furia. Leila abre los ojoscomo platos, pero luego baja la mirada hasta la mesa, comodebe. Prescott se queda con la vista mirando al frente. Miprimera reacción es de alivio al ver que Ana está ilesa, pero larabia reemplaza de inmediato esa primera reacción.—Tú —me dirijo a Prescott—. Estás despedida. Sal de aquíahora mismo.Prescott asiente, resignada, creo, y rodea la mesa paramarcharse.Ana me mira boquiabierta.—Christian… —Empuja la silla hacia atrás y sé que va aponerse de pie y reprenderme.Levanto un dedo a modo de advertencia.—No —digo en voz baja mientras hago un esfuerzo porcontener mi ira.

Prescott, con gesto inescrutable, pasa por mi lado paraabandonar la habitación. Cierro la puerta tras ella y me vuelvopara enfrentarme a Leila.Tiene el mismo aspecto que recuerdo de cuando estabaconmigo: sana y equilibrada. Es un alivio ver que vuelve a serla misma, y se lo diría si no fuera porque estoy muy muycabreado con ella ahora mismo. Extiendo los dedos sobre lasuperficie fría de la madera pulida, me inclino hacia delante,con todos los músculos de mi cuerpo rígidos por la tensión, yle suelto:—¿Qué coño haces aquí?—¡Christian! —exclama Ana, escandalizada, creo, pero laignoro y concentro mi atención en la señorita Leila Williams.—¿Y bien? —insisto.Leila me mira rápidamente, y veo que ha perdido todo elcolor del rostro.—Quería verte y no me lo permitías —susurra.—Así que has venido hasta aquí para acosar a mi mujer…Leila vuelve a examinar la mesa.Bueno, pues ya estoy aquí. Ya has conseguido lo quequerías.Me cabrea que me haya manipulado de ese modo, pero queella esté aquí con Ana me solivianta aún más.—Leila, si vuelves a acercarte a mi mujer te quitaré todo miapoyo económico. Ni médicos, ni escuela de arte, ni seguromédico… Todo, te lo quitaré todo. ¿Me comprendes?

personal, sentados a sus escritorios, y paso junto a las puertas

dobles en dirección a la recepción. Las puertas se abren y

Taylor las cruza para reunirse conmigo, pero detrás de él veo a

Susannah Shaw sentada en uno de los sofás de la sala de

espera.

¿Qué demonios?

¿Están todas mis ex sumisas aquí o qué?

Está leyendo una revista, así que no me ve.

No tengo tiempo para esto.

Veo a Leila a través de la pared de cristal de la sala de

reuniones. Entro sin llamar y me encuentro con tres pares de

ojos que me miran con asombro. Ana se me queda mirando

con aire conmocionado y luego con furia. Leila abre los ojos

como platos, pero luego baja la mirada hasta la mesa, como

debe. Prescott se queda con la vista mirando al frente. Mi

primera reacción es de alivio al ver que Ana está ilesa, pero la

rabia reemplaza de inmediato esa primera reacción.

—Tú —me dirijo a Prescott—. Estás despedida. Sal de aquí

ahora mismo.

Prescott asiente, resignada, creo, y rodea la mesa para

marcharse.

Ana me mira boquiabierta.

—Christian… —Empuja la silla hacia atrás y sé que va a

ponerse de pie y reprenderme.

Levanto un dedo a modo de advertencia.

—No —digo en voz baja mientras hago un esfuerzo por

contener mi ira.

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