Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told
—¡Ana! Ana! —Me ha colgado, y creo que voy a entrar enerupción, como el monte Santa Helena. Con una furiaincandescente, cojo la chaqueta y el teléfono, y salgo echandohumo de mi oficina—. Cancela el resto de mis reuniones dehoy —le espeto a Andrea con un gruñido—. Y dile a Taylorque voy para allá.—Sí, señor.El ascensor tarda dieciséis eternos segundos en llegar hastami planta. Lo sé porque cuento todos y cada uno de ellos en unintento de refrenar mi mal genio. Después de entrar y pulsarcon saña el botón para bajar al vestíbulo, aprieto los puños contanta fuerza que las uñas se me clavan en las palmas de lasmanos, y sé que he perdido la batalla. Andrea levanta la vista yveo el gesto de consternación en su rostro, pero permanezcoimpasible, ignorándola mientras se cierran las puertas.Estoy dispuesto a entrar en batalla.Con mi mujer.Otra vez.Y con Leila. ¿En qué coño está pensando?Taylor está junto al coche, aguantando la puerta abierta.Doy gracias de que al menos él esté dispuesto a hacer lonecesario para solucionar esto. Conducimos en silencio hastala sede de Seattle Independent Publishing mientras me hiervela sangre, a punto de estallar a la menor provocación. Llamodesde el asiento trasero del coche a la consulta de Flynn, perome sale el buzón de voz de su secretaria, Janet. Cuelgo elteléfono, frustrado por no poder descargar mi ira sobre Flynn.¿Era este el plan de Leila desde el principio?
Ella sabía que si se acercaba a mi esposa, yo acudiríacorriendo.Estoy entrando en el juego de Leila, pero me importa unamierda.Después de un trayecto angustioso, Taylor se detiene en lapuerta de Seattle Independente Publishing y me bajo del cocheen cuanto se para junto al bordillo. No me molesto en pasarpor la recepción, sino que atravieso las puertas doblesdirectamente hacia la oficina de Ana. Sentada a su escritorio,Hannah levanta la vista. La ignoro también a ella.—Señor G… Grey…Irrumpo en la oficina de Ana tan violentamente que unospapeles caen al suelo, ampliando la sensación de vacío de lahabitación.Mierda.Sintiéndome como un completo idiota, me vuelvo y miro aHannah con expresión enfurecida.—¿Dónde está? —le suelto sin más, tratando de no perderlos nervios.Ella palidece y señala el extremo opuesto de la planta, deespacios abiertos.—En la sala de reuniones. Yo… yo le acompaño.—Me las arreglaré, gracias —le digo con tono gélido ycortante, frunciendo el ceño, y vuelvo sobre mis pasos,envuelto en una nube de tormenta que está a punto de estallar.Tengo que recordarme a mí mismo que no es culpa suya. Hagocaso omiso de las miradas curiosas de los miembros del
- Page 844 and 845: —¿Mejor?Ella asiente y me dedica
- Page 846 and 847: —Eres un hijo de puta pervertido.
- Page 848 and 849: —Ana, si me meto en la cama conti
- Page 850 and 851: La beso en la mejilla. Me busca con
- Page 852 and 853: Me encojo de hombros. Una parte de
- Page 854 and 855: Emito un gruñido ronco desde el fo
- Page 856 and 857: —¡Joder!La agarro por los muslos
- Page 858 and 859: —Solo quiero que me hagas el amor
- Page 860 and 861: arañándome la piel mientras la os
- Page 862 and 863: —Voy a ver si lo encuentro.Martin
- Page 864 and 865: Mierda. ¿Cómo?Joder.Elliot se des
- Page 866 and 867: Espero que no.Espero que esto se ha
- Page 868 and 869: Jueves, 1 de septiembre de 2011Bast
- Page 870 and 871: Cuando llegamos a casa ya no pudo m
- Page 872 and 873: Nadie es capaz de entusiasmarse tan
- Page 874 and 875: —Sí. Por aquí. —Barney señal
- Page 876 and 877: Llaman a la puerta. Espero a Ros pa
- Page 878 and 879: A xAnastasia GreyEditora de SIPLlam
- Page 880 and 881: —Es evidente. Para mí, al menos.
- Page 882 and 883: Lunes, 5 de septiembre de 2011Taylo
- Page 884 and 885: De: Anastasia GreyFecha: 5 de septi
- Page 886 and 887: Sonrío. Los dos estamos entusiasma
- Page 888 and 889: cuando compré mi apartamento sobre
- Page 890 and 891: ¿Vas a ir a SIP?Andrea no se moles
- Page 892 and 893: ¡Habla de una vez!—Ana dice que
- Page 896 and 897: personal, sentados a sus escritorio
- Page 898 and 899: —Christian… —Ana trata de int
- Page 900 and 901: apuntó con una pistola! Haría cua
- Page 902 and 903: Me maravilla la forma que tiene de
- Page 904 and 905: —Ya te lo dije una vez: yo no ten
- Page 906 and 907: —Bueno, las esposas —murmura, y
- Page 908 and 909: conclusión?—Nada. Bésame. Llév
- Page 910 and 911: —Más rápido —le ordeno.Y se m
- Page 912 and 913: Quiero que admitas que te importa.
- Page 914 and 915: Viernes, 9 de septiembre de 2011Bue
- Page 916 and 917: de los propietarios, el señor y la
- Page 918 and 919: Ana dijo que no acababa de convence
- Page 920 and 921: —Lo siento, nena —murmuro, abru
- Page 922 and 923: trato que hemos firmado parece ser
- Page 924 and 925: volveremos a casa hoy, si es que vo
- Page 926 and 927: envío un mensaje rápido para dese
- Page 928 and 929: —¿Y se encuentran lo bastante bi
- Page 930 and 931: —Depende de la respuesta cerebral
- Page 932 and 933: el pelo.Nos sentamos.Juntos.Cada un
- Page 934 and 935: Raymond Steele se halla en la últi
- Page 936 and 937: Carrick y yo iremos en coche.—Pue
- Page 938 and 939: Me siento sin hacer ruido y escucho
- Page 940 and 941: —He enviado a Taylor a por unas c
- Page 942 and 943: —Estudiaba para ser médico. Ahor
—¡Ana! Ana! —Me ha colgado, y creo que voy a entrar en
erupción, como el monte Santa Helena. Con una furia
incandescente, cojo la chaqueta y el teléfono, y salgo echando
humo de mi oficina—. Cancela el resto de mis reuniones de
hoy —le espeto a Andrea con un gruñido—. Y dile a Taylor
que voy para allá.
—Sí, señor.
El ascensor tarda dieciséis eternos segundos en llegar hasta
mi planta. Lo sé porque cuento todos y cada uno de ellos en un
intento de refrenar mi mal genio. Después de entrar y pulsar
con saña el botón para bajar al vestíbulo, aprieto los puños con
tanta fuerza que las uñas se me clavan en las palmas de las
manos, y sé que he perdido la batalla. Andrea levanta la vista y
veo el gesto de consternación en su rostro, pero permanezco
impasible, ignorándola mientras se cierran las puertas.
Estoy dispuesto a entrar en batalla.
Con mi mujer.
Otra vez.
Y con Leila. ¿En qué coño está pensando?
Taylor está junto al coche, aguantando la puerta abierta.
Doy gracias de que al menos él esté dispuesto a hacer lo
necesario para solucionar esto. Conducimos en silencio hasta
la sede de Seattle Independent Publishing mientras me hierve
la sangre, a punto de estallar a la menor provocación. Llamo
desde el asiento trasero del coche a la consulta de Flynn, pero
me sale el buzón de voz de su secretaria, Janet. Cuelgo el
teléfono, frustrado por no poder descargar mi ira sobre Flynn.
¿Era este el plan de Leila desde el principio?