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kalpana3023talsaniya
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—Ana, si me meto en la cama contigo ahora, no vas a poderdescansar nada. Duerme. —Hace otro mohín, pero sin ningunapasión. Está demasiado cansada. Le doy otro tierno beso en lafrente—. Buenas noches, nena.Me vuelvo y la dejo. Tengo que llamar a Taipei.

Domingo, 28 de agosto de 2011Ana está grogui cuando vuelvo a la cama. Me deslizo debajode las sábanas, me estiro hacia ella y la beso en el pelo.Murmura algo ininteligible, pero continúa dormida. Cierro losojos. La conversación con los dueños del astillero taiwanés haido bien: un hermano y una hermana haciendo negociosjuntos, es una novedad para mí, y tienen ganas de hablar de lascondiciones en persona. Solo hay que encontrar una fecha. Esla guinda del pastel de un buen día. Bueno, salvo por lo deperder los estribos en el club y dejar fuera de combate algilipollas ese. Sonrío en la oscuridad… No, eso también me hasentado bastante bien. Me quedo dormido con una sonrisa desatisfacción dibujada en la cara.Ana se remueve a mi lado y me despierto, por completo.Como es habitual, tenemos las piernas entrelazadas.—¿Qué ocurre? —pregunto.—Nada. —Está radiante a la primera luz del día—. Buenosdías.Me pasa los dedos por el pelo.—Señora Grey, está usted preciosa esta mañana.

Domingo, 28 de agosto de 2011

Ana está grogui cuando vuelvo a la cama. Me deslizo debajo

de las sábanas, me estiro hacia ella y la beso en el pelo.

Murmura algo ininteligible, pero continúa dormida. Cierro los

ojos. La conversación con los dueños del astillero taiwanés ha

ido bien: un hermano y una hermana haciendo negocios

juntos, es una novedad para mí, y tienen ganas de hablar de las

condiciones en persona. Solo hay que encontrar una fecha. Es

la guinda del pastel de un buen día. Bueno, salvo por lo de

perder los estribos en el club y dejar fuera de combate al

gilipollas ese. Sonrío en la oscuridad… No, eso también me ha

sentado bastante bien. Me quedo dormido con una sonrisa de

satisfacción dibujada en la cara.

Ana se remueve a mi lado y me despierto, por completo.

Como es habitual, tenemos las piernas entrelazadas.

—¿Qué ocurre? —pregunto.

—Nada. —Está radiante a la primera luz del día—. Buenos

días.

Me pasa los dedos por el pelo.

—Señora Grey, está usted preciosa esta mañana.

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