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Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told

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—¿Mejor?

Ella asiente y me dedica una tímida sonrisa. Está achispada.

—He estado viendo en mi mente imágenes deliciosas de

estos zapatos junto a mis orejas —le susurro mientras miro

con malicia sus tacones sexys, pero Ana está demasiado

cansada para el sexo.

Abro la puerta y subimos por la escalera hasta nuestro

dormitorio. Ella está de pie, tambaleante, junto a nuestra cama,

con los ojos cerrados y los brazos caídos a ambos lados del

cuerpo.

—Estás muerta de cansancio, ¿verdad? —Me quedo

mirando su rostro adormilado.

Ella asiente con la cabeza y empiezo a desabrocharle el

cinturón del trench.

—Ya lo hago yo —murmura e intenta apartarme.

—No, déjame.

Suspira y se resigna.

—Es la altitud. No estás acostumbrada. Y el alcohol, claro.

—Sonrío con malicia y le quito el trench, lo tiro a la silla que

hay a un lado.

La tomo de la mano y la llevo hasta el baño.

Ella frunce el ceño.

—Siéntate —le ordeno.

Se desploma sobre la silla y cierra los ojos. Puede que se

quede dormida si no lo hago lo bastante rápido. Encuentro el

ibuprofeno en el botiquín, unas bolitas de algodón y la loción

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