Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told

kalpana3023talsaniya
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—¿Estás bien? —le pregunto.—Sí.Deja caer las manos desde mi cuello y las posa sobre mipecho. Su mirada me penetra el alma. Está asustada.¿Por mí?¿Por ella?¿Por el gigante pelopaja?—¿Quieres sentarte? —le pregunto.Ana niega con la cabeza.—No. Baila conmigo.¿Quiere bailar? ¿Ahora?Me quedo inmóvil mientras lucho por controlar la ira,mientras mi mente no para de repetir en bucle lo ocurrido losúltimos quince segundos.—Baila conmigo —repite suplicante—. Baila. Christian,por favor. —Me coge de las manos mientras observo cómo elgilipollas se dirige a la salida.Ana empieza a moverse pegada a mí. Su calidez, el calor desu cuerpo frotándose contra el mío e infiltrándose en misvenas…Resulta… relajante.—¿Le has pegado? —Quiero comprobar que no me lo heimaginado.—Claro. —Cierro las manos en puños porque vuelvo atener ganas de darle un puñetazo al gigante rubio. Ellaprosigue—: Creía que eras tú, pero tenía demasiado pelo en las

manos. Baila conmigo, por favor. —Me sujeta los puños y sepega más a mí, de tal forma que inhalo la estela de su perfume.Ana. La sujeto por las muñecas, la pego a mi cuerpo y laretengo por las manos.—¿Quieres bailar? Vamos a bailar. —Gruño junto a su oídoy contoneo las caderas contra su cuerpo, gozando de su tactosobre mi entrepierna.No la suelto, pero cuando me sonríe, lo hago y ella asciendecon las manos por mis brazos, hasta llegar a los hombros.Nos movemos.Juntos.Con las frentes pegadas.Mirándonos fijamente.Como un solo cuerpo.Como una sola alma.Yo la mantengo cerca de mí.Cuando se relaja, echa la cabeza hacia atrás.Dios, qué sexy es. Soy un hombre con suerte.Voy haciéndola girar sobre la pista para ver cómo se muevesu melena suelta. Luego vuelvo a tirar de ella hacia a mímientras el ritmo pulsante se apodera de nosotros.Nunca he hecho algo así.En una discoteca.Bailamos en nuestra boda… pero no así.Es liberador.

manos. Baila conmigo, por favor. —Me sujeta los puños y se

pega más a mí, de tal forma que inhalo la estela de su perfume.

Ana. La sujeto por las muñecas, la pego a mi cuerpo y la

retengo por las manos.

—¿Quieres bailar? Vamos a bailar. —Gruño junto a su oído

y contoneo las caderas contra su cuerpo, gozando de su tacto

sobre mi entrepierna.

No la suelto, pero cuando me sonríe, lo hago y ella asciende

con las manos por mis brazos, hasta llegar a los hombros.

Nos movemos.

Juntos.

Con las frentes pegadas.

Mirándonos fijamente.

Como un solo cuerpo.

Como una sola alma.

Yo la mantengo cerca de mí.

Cuando se relaja, echa la cabeza hacia atrás.

Dios, qué sexy es. Soy un hombre con suerte.

Voy haciéndola girar sobre la pista para ver cómo se mueve

su melena suelta. Luego vuelvo a tirar de ella hacia a mí

mientras el ritmo pulsante se apodera de nosotros.

Nunca he hecho algo así.

En una discoteca.

Bailamos en nuestra boda… pero no así.

Es liberador.

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