Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told
Ella suspira cuando hago presión con los dedos y noto quela tela se humedece con mi tacto.Oh, nena.—¿Adónde quieres llegar? —pregunta con voz ronca.—Quiero llegar a explicar que esto no está muy lejos… —Deslizo los dedos sobre las bragas y meto el dedo por debajopara poder tocarle la piel— de esto. Y de esto… —Mientrasestamos mirándonos le meto el dedo dentro.Ella está caliente y mojada, y cierra los ojos mientras gime.—Esto es mío. —Las palabras van saliendo a cuentagotascon mis labios pegados a su oreja y, con los ojos cerrados,empiezo a meter y sacar el dedo de su sexo—. Y no quiero quenadie más lo vea.Ana empieza a jadear y yo abro los ojos para observarlamientras le doy placer.—Así que si eres buena y no te agachas, no habrá ningúnproblema.—¿Lo apruebas? —me pregunta con la voz entrecortada.—No, pero no voy a prohibirte que lo lleves. Estásespectacular, Anastasia.Ya basta.Quiero follármela. Pero no tenemos tiempo. Y por muchoque quiera quitarle el maquillaje, estoy seguro de que a ella nole hará gracia. Retiro la mano poco a poco y me desplazo hastasituarme delante de ella. Le acaricio el labio inferior con lapunta de mi húmedo dedo índice. Y ella frunce los labios decolor rojo pasión para besarlo.
Al notar su tacto se me pone dura.Sonrío. Es una sonrisa maliciosa.Esto es lo que me encanta de mi chica.No se acobarda ante un desafío.Me meto el dedo en la boca.El sabor de Ana es delicioso. Me relamo los labios y Ana seruboriza.Sí. Esa es mi chica.La tomo de la mano sonriendo.—Ven.Cogidos de la mano, bajamos la escalera para ir a reunirnoscon nuestros invitados, y no soy indiferente a las miradas deadmiración que dedican todos a mi esposa.—¡Ana! Pareces una estrella de cine —exclama Mia,asombrada, y le da un abrazo.Yo la suelto y abro la puerta del armario.—¿De quién es esto? —pregunto sosteniendo un trench.—Es mío —dice mi hermana.—¿Cuándo pensabas ponértelo?—Esta noche no.—Bien. ¿Me lo dejas?—Te irá un poco pequeño —bromea Mia.La ignoro y le paso el trench a Ana. Ella pone los ojos enblanco, pero asiente y deja que se lo ponga.
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Ella suspira cuando hago presión con los dedos y noto que
la tela se humedece con mi tacto.
Oh, nena.
—¿Adónde quieres llegar? —pregunta con voz ronca.
—Quiero llegar a explicar que esto no está muy lejos… —
Deslizo los dedos sobre las bragas y meto el dedo por debajo
para poder tocarle la piel— de esto. Y de esto… —Mientras
estamos mirándonos le meto el dedo dentro.
Ella está caliente y mojada, y cierra los ojos mientras gime.
—Esto es mío. —Las palabras van saliendo a cuentagotas
con mis labios pegados a su oreja y, con los ojos cerrados,
empiezo a meter y sacar el dedo de su sexo—. Y no quiero que
nadie más lo vea.
Ana empieza a jadear y yo abro los ojos para observarla
mientras le doy placer.
—Así que si eres buena y no te agachas, no habrá ningún
problema.
—¿Lo apruebas? —me pregunta con la voz entrecortada.
—No, pero no voy a prohibirte que lo lleves. Estás
espectacular, Anastasia.
Ya basta.
Quiero follármela. Pero no tenemos tiempo. Y por mucho
que quiera quitarle el maquillaje, estoy seguro de que a ella no
le hará gracia. Retiro la mano poco a poco y me desplazo hasta
situarme delante de ella. Le acaricio el labio inferior con la
punta de mi húmedo dedo índice. Y ella frunce los labios de
color rojo pasión para besarlo.