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Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told

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—No.

Me tapo las orejas con las manos.

—Mami.

Él entra en la cocina con sus botas y su olor.

—¿Dónde estás, mierdecilla? Ahí estás. Quédate aquí,

mierdecilla. Voy a follarme a la puta de tu madre. No quiero

volver a ver tu asquerosa cara el resto de la noche, ¿lo

entiendes?

No le contesto y me da una bofetada. Fuerte. Me escuece la

mejilla.

—O te quemo, pequeño capullo.

No. No. Eso no me gusta. No me gusta que me queme.

Duele. Le da una calada al cigarrillo y lo mueve delante de

mí.

—¿Quieres que te queme, mierdecilla? ¿Quieres? —Ríe. Le

faltan varios dientes. Ríe. Y ríe—. Voy a prepararle algo a esa

puta. Necesito una cuchara. Y luego lo voy a poner aquí. —

Me enseña una indección—. Le encanta. Esto le gusta mucho

más que tú, mierdecilla.

Se da la vuelta. Cambia. Es Jack Hyde. Ana está tendida en

el suelo, junto a él, y él le clava la jeringuilla en el muslo.

—¡No! —grito fuera de mí.

—Christian, por favor, ¡despierta!

Abro los ojos de golpe. Ella está aquí. Zarandeándome.

—Christian, era una pesadilla. Estás en casa. Estás seguro.

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