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Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told

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Niego con la cabeza y cierro los ojos.

—Me he dejado llevar por el momento.

Frunce el ceño.

Suspiro. Le debo una explicación.

—Ana, la negación del orgasmo es una práctica estándar

en… Tú nunca…

¿Para qué?

Cambia de postura al ver que me interrumpo y crispo el

gesto cuando su peso cae sobre mi polla semierecta.

—Perdona —murmura mientras el rubor le tiñe las pálidas

mejillas.

Aun en la situación en la que nos encontramos la que se

disculpa es ella. Esta mujer me deja a la altura del betún.

Asqueado conmigo mismo, me tumbo hacia atrás y la arrastro

conmigo hasta quedar los dos tendidos en la cama, con ella

entre mis brazos.

Ana se remueve y empieza a colocarse bien el sujetador.

—¿Te ayudo? —pregunto.

Sacude la cabeza con vehemencia; es evidente que no quiere

que la toque.

Joder.

Ana. Lo. Siento.

No puedo soportarlo. Me muevo para quedar cara a cara.

Levanto la mano y espero un segundo para ver si se aparta,

pero no lo hace, así que le acaricio la cara mojada con los

nudillos. Las lágrimas acuden de nuevo a sus ojos.

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