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Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told

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Sin embargo, lo que quiero ahora mismo es enseñarle qué es

la negación del orgasmo.

Camino hasta la cómoda y saco una varita y el iPod. Veo

una cajita de linimento junto a la varita y sopeso la idea de

extenderle un poco en el clítoris.

Eso la pondría a mil.

No. Todavía no. Aún no hemos llegado a esa fase.

Enciendo el equipo de música y escojo algo inquietante, a

tono con mi humor.

Sí. Bach. «Aria» de las Variaciones Goldberg. Perfecto.

Le doy al «Play» y las notas nítidas, vívidas y frías resuenan

en mi cuarto de juegos.

Nuestro cuarto de juegos.

Me meto la varita en el bolsillo trasero de los vaqueros, me

quito la camiseta y regreso junto a mi mujer, que está

mordiéndose el labio. Ana da un respingo cuando le tomo la

barbilla entre los dedos y tiro para que suelte el labio. Sonríe

con timidez y dulzura, y sé que no era consciente de lo que

estaba haciendo.

Oh, Ana. Lo que te tengo preparado.

Quizá deje que te corras.

O quizá no.

Recorro la suave piel de su garganta con los nudillos,

descendiendo por el torso, y tiro de la copa del sujetador con el

pulgar para liberarle el pecho. Tiene unos pechos preciosos.

Mientras la beso en el cuello, le libero el otro pecho de la copa

del sujetador y juego con el pezón. Mis labios y mis dedos

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