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Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told

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Una vez que termino de darle de comer, me chupa los dedos

para limpiármelos. Uno por uno.

—¿Más? —le pregunto con voz ronca.

Niega con la cabeza.

—Bien —le susurro al oído—, porque ha llegado la hora de

mi plato favorito. Tú. —La cojo en brazos sin avisar y lanza

un chillido de sorpresa.

—¿Puedo quitarme el pañuelo de los ojos?

—No. Al cuarto de juegos. —Ana se relaja en mis brazos

mientras la acomodo contra mi pecho—. ¿Lista para el

desafío? —pregunto.

—Allá vamos… —dice, como sabía que haría.

Mientras la subo, tengo la sensación de que pesa menos.

—Creo que has adelgazado —musito.

Sonríe complacida, creo.

Cuando llegamos al cuarto de juegos, la bajo al suelo sin

despegarla de mi cuerpo y mantengo un brazo en su cintura

mientras abro la puerta. La conduzco dentro y enciendo las

luces.

Una vez que nos encontramos en mitad de la habitación, la

suelto, le quito el pañuelo y le retiro poco a poco las horquillas

del moño hasta que la trenza queda libre y se balancea entre

sus omóplatos. Tiro de ella con suavidad para que retroceda

hacia mí.

—Tengo un plan —le susurro al oído.

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