Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told

kalpana3023talsaniya
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Una sonrisa.Descorcho la botella y lleno una copa.Ahora solo falta un poco de música. Enciendo los altavocesenvolventes y selecciono «Wicked Game» de Chris Isaak en eliPod. Un punteo de guitarra resuena en la habitación.Sí. Esta canción es perfecta. Bajo el volumen y cojo la copade vino.—Creo que primero una copa —digo casi para mí mismo—.Echa un poco atrás la cabeza. —Levanta la barbilla—. Unpoco más.Bebo un sorbo de vino frío y vigorizante cuando Anaobedece y la beso, vertiendo el líquido en su boca.—Mmm. —Traga.—¿Te gusta el vino?—Sí —responde con un jadeo.—¿Más?—Contigo siempre quiero más.Sonrío. Más. Nuestra palabra. Ella también sonríe.—Señora Grey, ¿está flirteando conmigo?—Sí.Bien. Me encanta cuando flirtea conmigo.Tomo otro largo trago de vino y luego, sujetando el nudo delpañuelo, tiro de su cabeza hacia atrás con suavidad parabesarla y verterlo en su boca. Ella bebe con avidez.—¿Tienes hambre? —pregunto sobre sus labios.

—Creía que ya le había dicho que sí, señor Grey.Su voz destila sarcasmo.Ah, ahí está otra vez… mi chica.Suena la campanilla del microondas anunciando que elcordero está listo. El apetitoso aroma ha inundado la cocina.Cojo un trapo de cocina, abro la puerta del microondas y sacoel plato.—¡Mierda! ¡ Joder!La parte que no ha llegado a cubrir el trapo está ardiendo yme quemo el dedo, así que suelto el bol de inmediato yrepiquetea sobre la encimera.—¿Estás bien? —pregunta Ana.—¡Sí!No.¡Ay!Me olvido del plato, solo quiero un poco de atención ycariñitos.—Me he quemado. Aquí. —Le introduzco mi pobre dedo enla boca—. Seguro que tú me lo chupas mejor que yo.Ana me coge la mano y me saca el dedo de la bocalentamente.—Ya está, ya está —susurra, hace un mohín encantador conlos labios y sopla con suavidad sobre mi piel resentida.Ah.También podría estar soplándome la polla.

—Creía que ya le había dicho que sí, señor Grey.

Su voz destila sarcasmo.

Ah, ahí está otra vez… mi chica.

Suena la campanilla del microondas anunciando que el

cordero está listo. El apetitoso aroma ha inundado la cocina.

Cojo un trapo de cocina, abro la puerta del microondas y saco

el plato.

—¡Mierda! ¡ Joder!

La parte que no ha llegado a cubrir el trapo está ardiendo y

me quemo el dedo, así que suelto el bol de inmediato y

repiquetea sobre la encimera.

—¿Estás bien? —pregunta Ana.

—¡Sí!

No.

¡Ay!

Me olvido del plato, solo quiero un poco de atención y

cariñitos.

—Me he quemado. Aquí. —Le introduzco mi pobre dedo en

la boca—. Seguro que tú me lo chupas mejor que yo.

Ana me coge la mano y me saca el dedo de la boca

lentamente.

—Ya está, ya está —susurra, hace un mohín encantador con

los labios y sopla con suavidad sobre mi piel resentida.

Ah.

También podría estar soplándome la polla.

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