Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told

kalpana3023talsaniya
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—¿Y no me llamaste para decírmelo? —¿Cómo pudiste sertan desconsiderada?— Y lo que es peor, dejaste al equipo deseguridad corto de efectivos en casa y pusiste en peligro aRyan.Se ruboriza.—Debería haberte llamado, pero no quería preocuparte. Site hubiera llamado, me lo habrías prohibido, y echaba demenos a Kate. Quería salir con ella. Además, eso hizo queestuviera fuera del apartamento cuando vino Jack. Ryan nodebería haberle dejado entrar.Pero lo hizo.Y si hubieras estado aquí…Joder. Basta, Grey.Alargo las manos y la atraigo hacia mí.—Oh, Ana —susurro, estrechándola contra mí con todasmis fuerzas—. Si te hubiera pasado algo…Tenía una pistola.Y una jeringuilla.—No me ha ocurrido nada —insiste.—Pero podría haberte ocurrido. Lo he pasado fatal hoy,todo el día pensando en lo que podría haber pasado. Estaba tanfurioso, Ana. Furioso contigo, conmigo, con todo el mundo.No recuerdo haber estado nunca tan enfadado, excepto…—¿Excepto cuándo? —pregunta.—Una vez en tu antiguo apartamento. Cuando estaba allíLeila.

Otra persona con una puta pistola.—Has estado tan frío esta mañana… —La voz se le quiebraen un sollozo cuando pronuncia la última palabra.No. Ana. No llores. La suelto y le levanto la cara.—No sé cómo gestionar toda esta ira —confieso con un hilode voz.Antes conocía la manera de hacerlo, pero ahora no me estápermitido.Mierda. No vayas por ahí, Grey.La miro a esos ojos azules y afligidos que me arrancan laverdad.—Creo que no quiero hacerte daño. —Por eso estaba frío.Estaba furioso—. Esta mañana quería castigarte con saña y…¿Cómo lo explico?Necesito estar furioso con el mundo, y mi mundo eres tú.—¿Te preocupaba hacerme daño? —pregunta.—No me fiaba de mí mismo.—Christian, sé que no eres capaz de hacerme daño. Almenos no físicamente.Me coge la cabeza entre las manos.—¿Lo sabes?—Sí, sé que lo que dijiste era una amenaza vacía. Sé que noquieres azotarme hasta que no lo pueda soportar.—Sí que quería.—Realmente no. Creías que querías.

Otra persona con una puta pistola.

—Has estado tan frío esta mañana… —La voz se le quiebra

en un sollozo cuando pronuncia la última palabra.

No. Ana. No llores. La suelto y le levanto la cara.

—No sé cómo gestionar toda esta ira —confieso con un hilo

de voz.

Antes conocía la manera de hacerlo, pero ahora no me está

permitido.

Mierda. No vayas por ahí, Grey.

La miro a esos ojos azules y afligidos que me arrancan la

verdad.

—Creo que no quiero hacerte daño. —Por eso estaba frío.

Estaba furioso—. Esta mañana quería castigarte con saña y…

¿Cómo lo explico?

Necesito estar furioso con el mundo, y mi mundo eres tú.

—¿Te preocupaba hacerme daño? —pregunta.

—No me fiaba de mí mismo.

—Christian, sé que no eres capaz de hacerme daño. Al

menos no físicamente.

Me coge la cabeza entre las manos.

—¿Lo sabes?

—Sí, sé que lo que dijiste era una amenaza vacía. Sé que no

quieres azotarme hasta que no lo pueda soportar.

—Sí que quería.

—Realmente no. Creías que querías.

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