Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told
Parece pensativa, y no sé si detesta la idea o si la estásopesando. No me rindo.—Mira, dirigir una empresa que funciona se basa enaprovechar el talento de los individuos que tienes a tudisposición. Ahí es donde está tu talento y tus intereses; luegoestructuras la empresa para permitir que puedan hacer sutrabajo. No lo rechaces sin pensarlo, Anastasia. Eres una mujermuy capaz. Creo que podrías hacer lo que quisieras solo conproponértelo.No está convencida.—Me preocupa que me quite demasiado tiempo.No había tenido eso en cuenta.—Tiempo que podría dedicarte a ti —añade en un susurro.Veo su estrategia, señora Grey.—Sé lo que te propones.—¿Qué?—Estás intentando distraerme del tema que tenemos entremanos. Siempre lo haces. No rechaces la idea todavía, Ana.Piénsatelo. Solo te pido eso. —Le poso un suave beso en loslabios y le acaricio la mejilla con el pulgar.Eres preciosa.Eres más que capaz.—¿Puedo preguntarte algo? —dice Ana.—Claro.—Antes has dicho que, si estaba enfadada contigo, te lohiciera pagar en la cama. ¿Qué querías decir?
—¿Tú qué crees que quería decir? —pregunto.—Que quieres que te ate.¿Qué?—Eh… no. No era eso lo que quería decir, en absoluto.Solo me refería a un poco de… resistencia en la cama.—Oh. —Ana parece decepcionada.—¿Quieres atarme? —le pregunto.No estoy seguro de que pudiera someterme a eso… Aún no,en todo caso.Ana se sonroja.—Bueno…—Ana, yo… —Eso implicaría una pérdida total del control,una rendición absoluta. Ya se lo ofrecí una vez, y ella dijo queno lo deseaba. No estoy seguro de que pudiera soportar esaclase de rechazo por su parte en una segunda ocasión.Además, apenas acabo de aprender a tolerar, no, a disfrutar deque me toque. No quiero estropearlo todo.—Christian… —susurra, y se incorpora un poco paraquedar a la misma altura que yo. Me cubre la mejilla con lapalma de la mano—. Christian, para. No importa. Solo creíaque querías decir eso.Le cojo la mano y me la pongo sobre el corazón, donde,bajo la piel, mis latidos son imperiosos y angustiantes.—Ana, no sé cómo me sentiría si estuviera atado y tú metocaras…Abre mucho los ojos.
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—¿Tú qué crees que quería decir? —pregunto.
—Que quieres que te ate.
¿Qué?
—Eh… no. No era eso lo que quería decir, en absoluto.
Solo me refería a un poco de… resistencia en la cama.
—Oh. —Ana parece decepcionada.
—¿Quieres atarme? —le pregunto.
No estoy seguro de que pudiera someterme a eso… Aún no,
en todo caso.
Ana se sonroja.
—Bueno…
—Ana, yo… —Eso implicaría una pérdida total del control,
una rendición absoluta. Ya se lo ofrecí una vez, y ella dijo que
no lo deseaba. No estoy seguro de que pudiera soportar esa
clase de rechazo por su parte en una segunda ocasión.
Además, apenas acabo de aprender a tolerar, no, a disfrutar de
que me toque. No quiero estropearlo todo.
—Christian… —susurra, y se incorpora un poco para
quedar a la misma altura que yo. Me cubre la mejilla con la
palma de la mano—. Christian, para. No importa. Solo creía
que querías decir eso.
Le cojo la mano y me la pongo sobre el corazón, donde,
bajo la piel, mis latidos son imperiosos y angustiantes.
—Ana, no sé cómo me sentiría si estuviera atado y tú me
tocaras…
Abre mucho los ojos.