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Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told

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Ella suelta otro gritito e intenta apartarse, pero la tengo

agarrada con fuerza.

—Oh, no, no te escaparás, nena.

Cuando levanto la mirada, veo que tiene la blusa pegada al

cuerpo como una segunda piel. Se le ve el encaje del sujetador

y tiene los pezones erectos bajo la tela. Está espléndida, pero

también indignada, divertida y excitada a la vez.

—Me encanta esta vista —susurro, y me agacho para frotar

la nariz contra uno de sus pezones mojados, que están

esperándome. Ana gime y se menea encima de mí—.

Respóndeme, Ana. ¿Aquí o en el dormitorio?

—Aquí —musita.

—Buena elección, señora Grey —murmuro en la comisura

de su boca, y deslizo la mano de su mandíbula a su pierna.

Paso los dedos por encima de sus pantis en dirección al

mulso, le levanto la falda cada vez más, y mientras tanto voy

dejando un rastro de besos a lo largo de su mandíbula.

—Vamos a ver, ¿qué te voy a hacer? —susurro.

Oh. Mis dedos se topan con la carne firme de sus muslos.

¡Se ha puesto medias! Qué delicia.

—Me gusta esto. —Deslizo un dedo bajo el borde de la

media y desciendo por la suave piel de la parte superior del

muslo.

Ana se retuerce de placer y yo suelto un gruñido grave.

—Te voy a follar mil veces peor que el domingo. Pero

tienes que quedarte quieta.

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