Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told
mía. Me ha entrado el pánico cuando he visto tu correo. ¿Porqué no habías hablado conmigo de lo de tu apellido?Se ruboriza.—Lo pensé cuando estábamos de luna de miel, y, bueno…no quería pinchar la burbuja. Y después se me olvidó. Meacordé ayer por la noche, pero pasó lo de Jack… Me distraje.Lo siento, debería haberlo hablado contigo, pero no conseguíencontrar un buen momento.La observo con una mirada intensa mientras sopeso suspalabras. Sí. Habríamos terminado discutiendo en nuestra lunade miel.—¿Por qué te entró el pánico? —me pregunta.—No quiero que te escapes entre mis dedos.—Por Dios, Christian, no voy a ir a ninguna parte. ¿Cuándote vas a meter eso en tu dura mollera? Te. Quiero. —Agita unamano en el aire, como buscando inspiración… igual que hagoyo a veces—. Más que… «a la luz, al espacio y a la libertad».¿Shakespeare?—¿Con el amor de una hija? —¡Espero que no!—No. —Se echa a reír—. Es que es la única cita que se meha ocurrido.—¿La del loco rey Lear?—El muy amado y loco rey Lear. —Levanta una mano paraacariciarme la mejilla, y yo me inclino hacia ella y me derritoal notar su roce—. ¿Te cambiarías tú el apellido y te pondríasChristian Steele para que todo el mundo supiera que eres mío?Abro los ojos y me la quedo mirando.
—¿Que soy tuyo?—Mío —dice.—Tuyo —repito—. Sí, lo haría. Si eso significara tanto parati.Recuerdo haberme rendido ante ella aquí, antes de casarnos,cuando pensaba que se marchaba.—¿Tanto significa para ti? —pregunta.—Sí.—Está bien —dice.—Creía que ya me habías dicho que sí.—Sí, lo hice, pero ahora lo hemos hablado mejor y estoymás contenta con mi decisión.—Oh.Flynn tenía razón. Esto estaba relacionado con ella y consus sentimientos.Pero me alegro de que se haya dejado convencer. Es unalivio; nuestra contienda ha terminado. La miro con unasonrisa enorme y Ana me la devuelve, así que me lanzo haciaella, la agarro de la cintura y la levanto por los aires.Gracias, Anastasia.Suelta una risita y entonces la dejo en el suelo.—Señora Grey, ¿sabe lo que esto significa para mí?—Ahora sí lo sé.Le doy un beso mientras enredo los dedos en su suave peloy susurro junto a sus labios:
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mía. Me ha entrado el pánico cuando he visto tu correo. ¿Por
qué no habías hablado conmigo de lo de tu apellido?
Se ruboriza.
—Lo pensé cuando estábamos de luna de miel, y, bueno…
no quería pinchar la burbuja. Y después se me olvidó. Me
acordé ayer por la noche, pero pasó lo de Jack… Me distraje.
Lo siento, debería haberlo hablado contigo, pero no conseguí
encontrar un buen momento.
La observo con una mirada intensa mientras sopeso sus
palabras. Sí. Habríamos terminado discutiendo en nuestra luna
de miel.
—¿Por qué te entró el pánico? —me pregunta.
—No quiero que te escapes entre mis dedos.
—Por Dios, Christian, no voy a ir a ninguna parte. ¿Cuándo
te vas a meter eso en tu dura mollera? Te. Quiero. —Agita una
mano en el aire, como buscando inspiración… igual que hago
yo a veces—. Más que… «a la luz, al espacio y a la libertad».
¿Shakespeare?
—¿Con el amor de una hija? —¡Espero que no!
—No. —Se echa a reír—. Es que es la única cita que se me
ha ocurrido.
—¿La del loco rey Lear?
—El muy amado y loco rey Lear. —Levanta una mano para
acariciarme la mejilla, y yo me inclino hacia ella y me derrito
al notar su roce—. ¿Te cambiarías tú el apellido y te pondrías
Christian Steele para que todo el mundo supiera que eres mío?
Abro los ojos y me la quedo mirando.