Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told
—Estábamos repasando los horarios —dice entre dientes ycon las mejillas coloradas—. Y no has contestado a mipregunta.Llaman a la puerta.—¡Adelante! —exclama a un volumen que nos sobresalta aambos.Hannah entra llevando una pequeña bandeja con café y ladeja en la mesa de su jefa.—Gracias, Hannah —murmura Ana, algo abochornada.—¿Necesita algo más, señor Grey? —pregunta ella.—No, gracias, eso es todo. —Con toda la intención, leofrezco mi sonrisa más deslumbrante. Tiene el efecto deseado:se escabulle ruborizada—. Vamos a ver, «señorita» Steele,¿dónde estábamos?—Estabas interrumpiendo mi trabajo de una forma muymaleducada para pelear por mi apellido. —Ana me escupe laspalabras, y su vehemencia me pilla desprevenido.Sí que está cabreada.Igual. Que. Yo.Tendría que habérmelo dicho.—Me gusta hacer visitas sorpresa. Mantiene a la direcciónsiempre alerta y a las esposas en su lugar. Ya sabes…—No sabía que tuvieras tiempo para eso —replica.—¿Por qué no quieres cambiarte el apellido aquí?—Christian, ¿tenemos que discutir eso ahora?
—Ya que estoy aquí, no veo por qué no. —Esto esimportante para mí, Ana.—Tengo una tonelada de trabajo que hacer tras tres semanasde vacaciones.—¿Te avergüenzas de mí? —Mi pregunta me sorprendeincluso a mí mismo, y de forma involuntaria saca a relucir laoscuridad que se agazapa en mi alma.No era mi intención ir por ahí.Contengo la respiración.«No pelees, renacuajo.»—¡No! Christian, claro que no. —Tuerce el gesto,consternada—. Esto tiene que ver conmigo, no contigo.—¿Cómo puede no tener que ver conmigo? —Ladeo lacabeza esperando que me dé una explicación.Por supuesto que tiene que ver conmigo; se trata de miapellido.Ella relaja la expresión.—Christian, cuando acepté este trabajo acababa deconocerte. —Parece que le hable a un niño pequeño—. Nosabía que ibas a comprar la empresa… —Cierra los ojos comosi fuera un recuerdo especialmente doloroso y se sostiene lacabeza con las manos—. ¿Por qué es tan importante para ti?—pregunta, y levanta la mirada, implorándome.—Quiero que todo el mundo sepa que eres mía.—Soy tuya, mira. —Alza la mano en la que lleva la alianzay el anillo de compromiso.
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- Page 534 and 535: —Sí, señor Grey. —Parece un p
- Page 536 and 537: —Has pensado bien. Envíamelo ya.
- Page 538 and 539: reproducción y esta vez es una sec
- Page 540 and 541: —Christian —susurra—. ¡Es Ja
- Page 542 and 543: —¿Barney puede hacer todo eso?
- Page 544 and 545: Me mira con recelo.—De comida, la
- Page 546 and 547: especular—. Tal vez las huellas d
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- Page 550 and 551: —Sí. Lo que Gia propone es muy r
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- Page 558 and 559: —Claro que sí —respondo jadean
- Page 560 and 561: —Eres tan joven… —La abrazo c
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- Page 580 and 581: —Hola, señor Grey. Es un placer
- Page 584 and 585: —Eso no es suficiente —murmuro.
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- Page 594 and 595: —Parece un poco tensa, señora Gr
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- Page 598 and 599: —Pero no soy ninguna de esas cosa
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- Page 630 and 631: —Eso es porque tengo hambre.—¿
—Ya que estoy aquí, no veo por qué no. —Esto es
importante para mí, Ana.
—Tengo una tonelada de trabajo que hacer tras tres semanas
de vacaciones.
—¿Te avergüenzas de mí? —Mi pregunta me sorprende
incluso a mí mismo, y de forma involuntaria saca a relucir la
oscuridad que se agazapa en mi alma.
No era mi intención ir por ahí.
Contengo la respiración.
«No pelees, renacuajo.»
—¡No! Christian, claro que no. —Tuerce el gesto,
consternada—. Esto tiene que ver conmigo, no contigo.
—¿Cómo puede no tener que ver conmigo? —Ladeo la
cabeza esperando que me dé una explicación.
Por supuesto que tiene que ver conmigo; se trata de mi
apellido.
Ella relaja la expresión.
—Christian, cuando acepté este trabajo acababa de
conocerte. —Parece que le hable a un niño pequeño—. No
sabía que ibas a comprar la empresa… —Cierra los ojos como
si fuera un recuerdo especialmente doloroso y se sostiene la
cabeza con las manos—. ¿Por qué es tan importante para ti?
—pregunta, y levanta la mirada, implorándome.
—Quiero que todo el mundo sepa que eres mía.
—Soy tuya, mira. —Alza la mano en la que lleva la alianza
y el anillo de compromiso.