Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told
—A las doce y media.—Nos vemos entonces.Cuelgo y llamo a Elliot para hacerle un informe completode lo de Hyde e informarle de las medidas de seguridad.—¡Menudo cabrón! —suelta mi hermano.—Sí. Ese es él, en una palabra. No se lo cuentes a Kate. Sélo mucho que le van las noticias bomba.—Tío… —protesta él, pero lo interrumpo.—Elliot, no quiero discutir. Esa chica es muy tenaz. Conocía mi mujer porque Kate no dejaba de darme la lata, y noquiero que se cargue la investigación de la policía metiendo lasnarices.Elliot guarda silencio.—No pretendía faltarle al respeto —añado.Suspira.—Vale, tío. Espero que la policía atrape a ese hijo de puta.—Yo también.—Tengo que irme a la obra, pero dime cómo va tu reunióncon Gia esta tarde. Estoy impaciente por ver los planos y queempecemos a encargar los materiales que vamos a necesitar.—Lo haré.—Solo tengo media hora, Christian —dice Flynn cuandoentro desfilando en su despacho.—No quiere usar mi apellido.—¿Qué?
—Anastasia.—¿No quiere usar tu apellido? —Parece confuso unosinstantes—. ¿Anastasia Grey?—Sí. Me ha enviado un e-mail esta mañana paracomunicármelo.—Siéntate —dice señalando el diván, y en lugar de tomarasiento donde siempre, lo hace en el diván de enfrente. En lamesita de café que tiene delante hay una bandeja consándwiches, todos sin corteza, y lo que parece un vaso derefresco de cola—. El almuerzo —dice.—Adelante, por favor. Por mí no te cortes.—Bueno, Christian, recapitulemos un poco. La última vezque te vi fue el día de tu boda. Fue una ocasión feliz. ¿Qué talla luna de miel? —Le da un buen mordisco a un sándwichmientras mi mente retrocede a unos días antes.Me relajo un poco al recordar las aguas tranquilas y elintenso azul del Mediterráneo; el aroma de la buganvilla, loacogedora y eficiente que fue la tripulación del Fair Lady… ylo mucho que me gustó estar en compañía de Anastasia.—Ha sido sublime.John sonríe.—Bien. ¿Algún problema?—Ninguno que quiera comentar. —Aún no estoy preparadopara hablarle del incidente de los chupetones.Me dirige una mirada directa y sobria.—Puesto que estás invadiendo mi hora del almuerzo, voy adecirte que eso no me resulta muy útil.
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- Page 526 and 527: Le doy un fuerte azote en la nalga
- Page 528 and 529: —Vale. —Ayudo a Ana a ponerse d
- Page 530 and 531: —Ya lo arreglaremos. Ahora quíta
- Page 532 and 533: —Solo lo digo por si acaso… —
- Page 534 and 535: —Sí, señor Grey. —Parece un p
- Page 536 and 537: —Has pensado bien. Envíamelo ya.
- Page 538 and 539: reproducción y esta vez es una sec
- Page 540 and 541: —Christian —susurra—. ¡Es Ja
- Page 542 and 543: —¿Barney puede hacer todo eso?
- Page 544 and 545: Me mira con recelo.—De comida, la
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- Page 550 and 551: —Sí. Lo que Gia propone es muy r
- Page 552 and 553: —¿Hay alguna chorrada en particu
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- Page 556 and 557: —No. —La palabra es un susurro
- Page 558 and 559: —Claro que sí —respondo jadean
- Page 560 and 561: —Eres tan joven… —La abrazo c
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- Page 574 and 575: Suspiro.—Nada grave. Tuvimos una
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- Page 580 and 581: —Hola, señor Grey. Es un placer
- Page 582 and 583: —Estábamos repasando los horario
- Page 584 and 585: —Eso no es suficiente —murmuro.
- Page 586 and 587: —Oh —dice, aunque parece perdid
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- Page 594 and 595: —Parece un poco tensa, señora Gr
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- Page 598 and 599: —Pero no soy ninguna de esas cosa
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—Anastasia.
—¿No quiere usar tu apellido? —Parece confuso unos
instantes—. ¿Anastasia Grey?
—Sí. Me ha enviado un e-mail esta mañana para
comunicármelo.
—Siéntate —dice señalando el diván, y en lugar de tomar
asiento donde siempre, lo hace en el diván de enfrente. En la
mesita de café que tiene delante hay una bandeja con
sándwiches, todos sin corteza, y lo que parece un vaso de
refresco de cola—. El almuerzo —dice.
—Adelante, por favor. Por mí no te cortes.
—Bueno, Christian, recapitulemos un poco. La última vez
que te vi fue el día de tu boda. Fue una ocasión feliz. ¿Qué tal
la luna de miel? —Le da un buen mordisco a un sándwich
mientras mi mente retrocede a unos días antes.
Me relajo un poco al recordar las aguas tranquilas y el
intenso azul del Mediterráneo; el aroma de la buganvilla, lo
acogedora y eficiente que fue la tripulación del Fair Lady… y
lo mucho que me gustó estar en compañía de Anastasia.
—Ha sido sublime.
John sonríe.
—Bien. ¿Algún problema?
—Ninguno que quiera comentar. —Aún no estoy preparado
para hablarle del incidente de los chupetones.
Me dirige una mirada directa y sobria.
—Puesto que estás invadiendo mi hora del almuerzo, voy a
decirte que eso no me resulta muy útil.