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Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told

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—Claro que sí —respondo jadeando—. Me encanta que me

toques, Ana. En lo que respecta a tu contacto, soy como un

hombre hambriento delante de un banquete. —Me arrodillo

entre sus piernas y la obligo a incorporarse para quitarle la

camisola con un solo movimiento rápido. Hago lo mismo con

mi camisa, quitándomela por la cabeza, y tiro nuestra ropa al

suelo. Aún de rodillas, la siento en mi regazo y le coloco las

manos en el culo—. Tócame —le susurro.

Reacciona inmediatamente, rozándome el esternón y las

cicatrices con la punta de los dedos. Inspiro bruscamente

mientras el contacto de su piel se irradia por todo mi cuerpo

con la promesa del éxtasis inminente. La miro a los ojos

mientras desliza los dedos por mi piel hasta alcanzar primero

una tetilla y después la otra, que se endurecen al sentir su

contacto, completamente erectas, reflejando el movimiento de

otra parte de mi anatomía. Se inclina hacia delante y deja un

reguero de besos suaves en la línea que me atraviesa el pecho.

Me sujeta los hombros con las manos y aprieta, y siento cómo

sus uñas se me clavan en la piel.

Es una sensación embriagadora.

Y pensar que hace unos meses habría dicho que esto era

imposible…

Y pese a todo, ahí está ella. Tocándome. Amándome.

Y yo lo acepto con gusto. Todo ello.

—Te deseo —susurro, y desplaza las manos hasta mi cabeza

y hunde los dedos en mi pelo. Tira de mi cabeza hacia atrás y

me atrapa la boca con la suya, reclamando mi lengua con la

suya.

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