Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told
Deposito los planos en la isla de la cocina y me acerco aAna, que debo decir que está guapa hasta con los pantalonesde chándal y con la camisola. Está preparando algo de comida;el puré de aguacate tiene buena pinta. La abrazo por detrás y lebeso el cuello.—Descalza y en la cocina —le susurro en la piel fragante.—¿No debería ser descalza, embarazada y en la cocina?¡Embarazada! Me pongo tenso. Mierda. Niños. No. Joder,no.—Todavía no… —digo mientras trato de calmar micorazón, que se ha acelerado de repente.—¡No! ¡Todavía no! —exclama Ana, con tanto pánicocomo yo.Inspiro hondo.—Veo que estamos de acuerdo en eso, señora Grey.Deja de machacar el aguacate.—Pero quieres tener hijos, ¿no?—Sí, claro. En algún momento. Pero todavía no estoypreparado para compartirte. —Le beso el cuello.Algún día. Claro.—¿Qué estás preparando? Tiene buena pinta. —Hundo loslabios detrás de su oreja. Ella se estremece y me lanza unasonrisa traviesa.—Bocadillos. —Me sonríe.Dios, me encanta el sentido del humor de esta mujer.Le muerdo el lóbulo de la oreja.
—Mmm… Mis favoritos —le susurro, y me responde conun codazo en el costado—. Señora Grey, acaba de herirme. —Me llevo las manos al costado en una interpretación digna deun Óscar.—Estás hecho de mantequilla… —se burla Ana.—¿De mantequilla? —Le doy un azote juguetón en el culo—. Date prisa con mi comida, muchacha. Y después ya teenseñaré yo si estoy hecho de mantequilla o no. —Vuelvo adarle otro azote y me acerco al frigorífico—. ¿Quieres unacopa de vino?Ana me sonríe.—Sí, por favor.Ana prepara unos bocadillos estupendos. ¿Qué puedo decir?Cojo nuestros platos y los dejo en el fregadero para Gail.Lleno nuestras copas y extiendo los planos de Gia sobre labarra del desayuno. Examinamos los bocetos; la arquitecta hatrabajado mucho y ha creado unos alzados estupendos y muydetallados. Sus diseños son impresionantes, pero ¿qué opinami mujer?Ana me mira.—Me encanta su propuesta de hacer toda la pared del pisode abajo de cristal, pero…—¿Pero? —pregunto.Suspira.—Es que no quiero quitarle toda la personalidad a la casa.—¿Personalidad?
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- Page 500 and 501: —Vamos, Ana. Menos charla.—Esta
- Page 502 and 503: —Es la adrenalina, nena. Lo has h
- Page 504 and 505: —¿Y qué?—Que ahora mismo teng
- Page 506 and 507: —Pon una pierna a cada lado de la
- Page 508 and 509: Se incorpora inmediatamente, alarma
- Page 510 and 511: —En la interestatal 5, dirección
- Page 512 and 513: Da un respingo y sus mejillas se ti
- Page 514 and 515: —Nuestra torre de marfil —la co
- Page 516 and 517: —Sí. —La voz ronca de su afirm
- Page 518 and 519: vuelo de la falda se abre como una
- Page 520 and 521: —Te voy a tapar los ojos para que
- Page 522 and 523: —Oh, Ana, creo que es por las dos
- Page 524 and 525: Me topo con cierta resistencia, de
- Page 526 and 527: Le doy un fuerte azote en la nalga
- Page 528 and 529: —Vale. —Ayudo a Ana a ponerse d
- Page 530 and 531: —Ya lo arreglaremos. Ahora quíta
- Page 532 and 533: —Solo lo digo por si acaso… —
- Page 534 and 535: —Sí, señor Grey. —Parece un p
- Page 536 and 537: —Has pensado bien. Envíamelo ya.
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- Page 542 and 543: —¿Barney puede hacer todo eso?
- Page 544 and 545: Me mira con recelo.—De comida, la
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- Page 550 and 551: —Sí. Lo que Gia propone es muy r
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- Page 556 and 557: —No. —La palabra es un susurro
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- Page 560 and 561: —Eres tan joven… —La abrazo c
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Deposito los planos en la isla de la cocina y me acerco a
Ana, que debo decir que está guapa hasta con los pantalones
de chándal y con la camisola. Está preparando algo de comida;
el puré de aguacate tiene buena pinta. La abrazo por detrás y le
beso el cuello.
—Descalza y en la cocina —le susurro en la piel fragante.
—¿No debería ser descalza, embarazada y en la cocina?
¡Embarazada! Me pongo tenso. Mierda. Niños. No. Joder,
no.
—Todavía no… —digo mientras trato de calmar mi
corazón, que se ha acelerado de repente.
—¡No! ¡Todavía no! —exclama Ana, con tanto pánico
como yo.
Inspiro hondo.
—Veo que estamos de acuerdo en eso, señora Grey.
Deja de machacar el aguacate.
—Pero quieres tener hijos, ¿no?
—Sí, claro. En algún momento. Pero todavía no estoy
preparado para compartirte. —Le beso el cuello.
Algún día. Claro.
—¿Qué estás preparando? Tiene buena pinta. —Hundo los
labios detrás de su oreja. Ella se estremece y me lanza una
sonrisa traviesa.
—Bocadillos. —Me sonríe.
Dios, me encanta el sentido del humor de esta mujer.
Le muerdo el lóbulo de la oreja.