Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told

kalpana3023talsaniya
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Deposito los planos en la isla de la cocina y me acerco aAna, que debo decir que está guapa hasta con los pantalonesde chándal y con la camisola. Está preparando algo de comida;el puré de aguacate tiene buena pinta. La abrazo por detrás y lebeso el cuello.—Descalza y en la cocina —le susurro en la piel fragante.—¿No debería ser descalza, embarazada y en la cocina?¡Embarazada! Me pongo tenso. Mierda. Niños. No. Joder,no.—Todavía no… —digo mientras trato de calmar micorazón, que se ha acelerado de repente.—¡No! ¡Todavía no! —exclama Ana, con tanto pánicocomo yo.Inspiro hondo.—Veo que estamos de acuerdo en eso, señora Grey.Deja de machacar el aguacate.—Pero quieres tener hijos, ¿no?—Sí, claro. En algún momento. Pero todavía no estoypreparado para compartirte. —Le beso el cuello.Algún día. Claro.—¿Qué estás preparando? Tiene buena pinta. —Hundo loslabios detrás de su oreja. Ella se estremece y me lanza unasonrisa traviesa.—Bocadillos. —Me sonríe.Dios, me encanta el sentido del humor de esta mujer.Le muerdo el lóbulo de la oreja.

—Mmm… Mis favoritos —le susurro, y me responde conun codazo en el costado—. Señora Grey, acaba de herirme. —Me llevo las manos al costado en una interpretación digna deun Óscar.—Estás hecho de mantequilla… —se burla Ana.—¿De mantequilla? —Le doy un azote juguetón en el culo—. Date prisa con mi comida, muchacha. Y después ya teenseñaré yo si estoy hecho de mantequilla o no. —Vuelvo adarle otro azote y me acerco al frigorífico—. ¿Quieres unacopa de vino?Ana me sonríe.—Sí, por favor.Ana prepara unos bocadillos estupendos. ¿Qué puedo decir?Cojo nuestros platos y los dejo en el fregadero para Gail.Lleno nuestras copas y extiendo los planos de Gia sobre labarra del desayuno. Examinamos los bocetos; la arquitecta hatrabajado mucho y ha creado unos alzados estupendos y muydetallados. Sus diseños son impresionantes, pero ¿qué opinami mujer?Ana me mira.—Me encanta su propuesta de hacer toda la pared del pisode abajo de cristal, pero…—¿Pero? —pregunto.Suspira.—Es que no quiero quitarle toda la personalidad a la casa.—¿Personalidad?

Deposito los planos en la isla de la cocina y me acerco a

Ana, que debo decir que está guapa hasta con los pantalones

de chándal y con la camisola. Está preparando algo de comida;

el puré de aguacate tiene buena pinta. La abrazo por detrás y le

beso el cuello.

—Descalza y en la cocina —le susurro en la piel fragante.

—¿No debería ser descalza, embarazada y en la cocina?

¡Embarazada! Me pongo tenso. Mierda. Niños. No. Joder,

no.

—Todavía no… —digo mientras trato de calmar mi

corazón, que se ha acelerado de repente.

—¡No! ¡Todavía no! —exclama Ana, con tanto pánico

como yo.

Inspiro hondo.

—Veo que estamos de acuerdo en eso, señora Grey.

Deja de machacar el aguacate.

—Pero quieres tener hijos, ¿no?

—Sí, claro. En algún momento. Pero todavía no estoy

preparado para compartirte. —Le beso el cuello.

Algún día. Claro.

—¿Qué estás preparando? Tiene buena pinta. —Hundo los

labios detrás de su oreja. Ella se estremece y me lanza una

sonrisa traviesa.

—Bocadillos. —Me sonríe.

Dios, me encanta el sentido del humor de esta mujer.

Le muerdo el lóbulo de la oreja.

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