Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told
—Solo lo digo por si acaso… —Le doy un suave beso enlos labios.Dejo a Ana en la bañera un rato más, me visto y me dirijo a miestudio para que Sawyer me dé su informe. La señora Jonesestá en la cocina.—Buenas noches, Gail.—Señor Grey. Bienvenido a casa, y enhorabuena de nuevo.—Gracias. ¿Tu hermana está bien?—Todo perfecto, señor. ¿Necesita algo?—No, gracias. Tengo algo de trabajo pendiente.—¿La señora Grey?Sonrío.—Está en la bañera.Gail sonríe y asiente con la cabeza.—Le preguntaré si necesita algo cuando salga, señor.Una vez sentado a mi escritorio, leo mis e-mails. Luegollamo a Sawyer. Al cabo de un momento, llaman a la puerta.—Pasa.Sawyer entra y se sitúa delante de mí con aire sereno,relajado y profesional, vestido con traje y corbata. Su actitudme cabrea mucho. Me levanto del escritorio despacio y,apoyando las dos manos encima de la superficie, me inclinohacia delante y lo miro fijamente:—¿Dónde cojones estabas? —le grito.
Da un paso hacia atrás, sorprendido por mi arranque de malhumor.—¿Qué narices hacíais que no estabais listos para salircuando nosotros salimos de la casa? —Me cruzo de brazos,dominando mi mal genio.—Señor Grey. —Levanta las palmas de las manos—.Estábamos inspeccionando el terreno, tal como usted nospidió. Y no sabíamos que se iban a marchar de la casa.Oh.—Además —añade, cogiendo carrerilla—, ya me habíapercatado de la presencia del Sudes. Llegó mientras estábamosinspeccionando la zona y me disponía a acercarme a investigarcuando ustedes salieron de la casa.Ah.Lanzo un suspiro, apaciguándome un poco.—Entiendo. De acuerdo. —Debería haberles dicho que nosíbamos. Y sé que si Taylor hubiese estado con nosotros, habríadejado a su compañero en el coche.—Y la señora Grey salió con el coche zumbando a todavelocidad. —Arquea una ceja con expresión de censura.Me dan ganas de reír al ver su reacción. Le entiendoperfectamente, pero permanezco impasible.—Eso es verdad —admito—. Aunque deberíais haberpodido darnos alcance. Los dos estáis entrenados enconducción defensiva.—Sí, señor.—Que no vuelva a suceder.
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- Page 496 and 497: Se queda pensando un momento.—No,
- Page 498 and 499: Sí, señora Grey. Lo creas o no, p
- Page 500 and 501: —Vamos, Ana. Menos charla.—Esta
- Page 502 and 503: —Es la adrenalina, nena. Lo has h
- Page 504 and 505: —¿Y qué?—Que ahora mismo teng
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- Page 530 and 531: —Ya lo arreglaremos. Ahora quíta
- Page 534 and 535: —Sí, señor Grey. —Parece un p
- Page 536 and 537: —Has pensado bien. Envíamelo ya.
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- Page 540 and 541: —Christian —susurra—. ¡Es Ja
- Page 542 and 543: —¿Barney puede hacer todo eso?
- Page 544 and 545: Me mira con recelo.—De comida, la
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Da un paso hacia atrás, sorprendido por mi arranque de mal
humor.
—¿Qué narices hacíais que no estabais listos para salir
cuando nosotros salimos de la casa? —Me cruzo de brazos,
dominando mi mal genio.
—Señor Grey. —Levanta las palmas de las manos—.
Estábamos inspeccionando el terreno, tal como usted nos
pidió. Y no sabíamos que se iban a marchar de la casa.
Oh.
—Además —añade, cogiendo carrerilla—, ya me había
percatado de la presencia del Sudes. Llegó mientras estábamos
inspeccionando la zona y me disponía a acercarme a investigar
cuando ustedes salieron de la casa.
Ah.
Lanzo un suspiro, apaciguándome un poco.
—Entiendo. De acuerdo. —Debería haberles dicho que nos
íbamos. Y sé que si Taylor hubiese estado con nosotros, habría
dejado a su compañero en el coche.
—Y la señora Grey salió con el coche zumbando a toda
velocidad. —Arquea una ceja con expresión de censura.
Me dan ganas de reír al ver su reacción. Le entiendo
perfectamente, pero permanezco impasible.
—Eso es verdad —admito—. Aunque deberíais haber
podido darnos alcance. Los dos estáis entrenados en
conducción defensiva.
—Sí, señor.
—Que no vuelva a suceder.